Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

ANÁLISIS DE DEPORTES

La caprichosa voluntad del ambicioso Pat Riley

Fotografía

Por Roberto J. MadrigalTiempo de lectura2 min
Deportes07-01-2007

Hace un año, el engominado Pat Riley, ahora con casi 62 años, dejó su jubilación dorada como propietario de los Miami Heat para ponerse de nuevo en el banquillo, a costa de Stan Van Gundy. En un ejercicio de oportunismo, con un equipo a medio hacer, consiguió ganar el anillo. Sin embargo, en cuanto las cosas se han torcido y el equipo ya no es tan bueno –era el riesgo de una plantilla muy veterana que no se ha renovado, y las carencias han quedado al descubierto con las lesiones de Shaquille O’Neal y Dwyane Wade–, el técnico más engominado de la liga no ha tardado en evadirse. Aunque sea porque se debe someter a sendas operaciones en la cadera y una rodilla, esta decisión bien podía haberla tomado al comienzo de la temporada. Porque ahora, el marrón le cae a su sustituto, Ron Rothstein, que fue el primer entrenador de la franquicia hace casi dos décadas. Una tarea nada agradecida. A pesar de conseguir el título, después de todo, parece que la hora de Riley ya se ha pasado. La tendencia para volver al juego rápido –run & gun– que inició Mike d’Antoni en los Suns de Phoenix, parece más que una moda pasajera. Al margen de los Raptors de Toronto, demasiado irregulares después de una brillante pretemporada, el ejemplo más claro ha sido la revolución que han experimentado, con el relevo de Mike Fratello por Tony Barone, los Memphis Grizzlies, de ser el equipo con peor saldo de victorias de toda la liga a superar, con 144 puntos, el máximo registro anotador de la historia de la franquicia. Pero los cambios no llegan de la noche a la mañana, y en ello ha tenido mucho que ver la vuelta de Pau Gasol tras su lesión en el Mundial de Japón. El español demuestra su caché de referencia en el equipo, aunque también se juega varias ambiciones en lo personal: conseguir mejorar y optar a algo más que irse de vacío en los playoff, o bien cambiar de equipo. Pero ése sería un riesgo: no es sencillo encontrar una apuesta ganadora, puesto que en el mercado de fichajes, aunque existe una libertad casi plena, entran en juego múltiples variables: el salario del jugador que va a ser traspasado –y Gasol no es precisamente barato–, por qué jugadores puede ser intercambiado y con cuáles se va a rodear. Si un equipo consiente en dejar marchar a un jugador que hace mejores a sus compañeros, como ha sucedido con el base Andre Miller en Denver –y ahora George Karl tiene un problema de desequilibrio entre un juego exterior poderoso, con Allen Iverson y Carmelo Anthony, y un juego interior débil–, Gasol se encontraría nuevos problemas. Y otra cuestión es que los equipos más potentes son los más reacios a desprenderse de jugadores. Lo mejor es mantener la paciencia y, eso sí, seguir demostrando valía, porque el bueno de Pau tampoco tiene nada claro que vaya a poder disputar el All-Star Weekend.

Fotografía de Roberto J. Madrigal