ANÁLISIS DE SOCIEDAD
Un vaso de agua
Por Almudena Hernández2 min
Sociedad07-01-2007
La noche de Reyes puse en la mesa del salón un vaso de agua. En el suelo dejé las zapatillas, marcando el lugar donde sus majestades debían poner los regalos que solicité en mi carta. En esa misiva imaginaria superé con creces lo que escribí en 2006, un año en el que redacté muchas cosas, grandes tonterías quizás, alguna que otra buena noticia, muchísimas desagradables, otras inexplicables, pero un puñado de ellas -he de reconocerlo-iluminadas por la razón del corazón. Los Reyes Magos me han traído lo que pedí -"muchas cosas envueltas"-, pero quizás no lo que realmente necesitaba y no pedí por mi egoísmo materialista. En mi infancia, y de eso que no hace tanto, los Reyes Magos dejaron en las zapatillas un diccionario que necesitaba para los trabajos del colegio. Ahora -espero que sus majestades acepten la crítica- los niños reciben multitud de inutilidades, pues no permiten a los niños ser felices, mientras aquel diccionario aún está en plena vigencia. En él puedo buscar, por ejemplo, la definición de bacteria. ¡Cuántas veces he escuchado decir que en lo pequeño puede haber grandes realidades! No hay más que ver cómo amaneció aquel vaso de agua la pasada mañana del 6 de enero: tan completamente vacío que ni los más optimistas podrán decir que ni siquiera estaba medio lleno. Será que a sus majestades también les afecta la sequía. O, más bien, que les agota tremendamente tanto trajín desmedido cargando cosas inútiles. Aquella linda mañana del 6 de enero no encontré en las zapatillas algo que andaba esperando: un poco de carbón no viene mal. Todos nos lo merecemos, más que nada, para saber que esta vida tan edulcorada también tiene su lado oscuro y cruel, y que a veces a los Reyes Magos no les quedan juguetes para todos los niños, ni fuerzas para continuar año tras año repartiendo consumismo entre una multitud que cada vez cree menos en el verdadero significado de la Navidad. Por cierto, en aquel viejo diccionario de mi infancia puede aún leerse la descripción de tan mágica palabra.
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Almudena Hernández
Doctora en Periodismo
Diez años en información social
Las personas, por encima de todo