SIN ESPINAS
Insensateces
Por Javier de la Rosa2 min
Opinión07-01-2007
Cuando no hay fe, la mirada del hombre no puede ver más allá de sus narices. Se incapacita para una visión de largo recorrido. Esa que mira y encuentra lo profundo, lo trascendente y lo esencial de cada realidad. En los políticos, responsables de tomar medidas para la creación de modelos, el “cortoplacismo” se convierte casi en una imposición del sistema. Sin embargo, el buen criterio puede orientar con sentido sus disposiciones. Por otro lado, quien desconoce el sentido de las cosas es un insensato. Es el caso de nuestro presidente Zapatero; cuya primera medida para lograr la Alianza de Civilizaciones fue promover el divorcio express en su país. O sea, que pretende unir a culturas, religiones y civilizaciones enteras mientras promociona y facilita la separación de personas que se habían jurado amor eterno. Lo mismo les ocurre a los empresarios de la comunicación de este planeta. El dinero es el valor que más cotiza en su escala de prioridades. Por eso, en nombre de una falsa libertad de expresión no hay nada que les lleve a omitir cualquier contenido que capte a su audiencia. Este domingo hemos sabido que la ejecución de Sadam Husein no sólo ha provocado una nueva oleada de atentados en Iraq. Como consecuencia de la repetida divulgación de su ahorcamiento, un niño gualtemalco ha muerto en Houston al intentar imitar la acción que los medios le mostraron repetidas veces. Uno también se asombra de cómo se relacionan los adolescentes de nuestro país. Las niñas se parecen cada día más a las prostitutas que aparecen en televisión vendiendo sus intimidades; y se ve cada día más cómo entre ellas juegan a hacerse la puñeta al estilo de las concursantes de Gran Hermano. Esto sí que era un experimento sociológico: ¿resultado? Ha conseguido embrutecer más a la sociedad. El problema de la insensatez es que las consecuencias no se observan a corto plazo; e incluso a veces ni a medio. Pasado un tiempo, cuando la barca se hunde y la sociedad se desestructura, los parches se tornan ineficaces para frenar el desastre. Es el problema de vivir sin sentido.