LIBERTAD DURADERA
La Alianza del Norte entra en Kabul
Por David Hurtado
2 min
Internacional17-11-2001
No se lo creían. En la antigua capital de la Alianza del Norte, Taloqán, no daban crédito a la noticia que un militar afgano traía. Kabul había sido abandonada por los talibán y la Alianza entraba sin problemas en la capital, las barbas eran afeitadas y las mujeres se despojaban, no sin inquietud, de sus burkas. Las emisoras de onda corta confirmaron la noticia: Kabul ya no era talibán.
El pasado martes, la amalgama de etnias que componen la oposición a los talibán entraba de madrugada en la ciudad, según la agencia iraní IRNA, encabezada por sus ministros de Asuntos Exteriores, Abdulá Abdulá, y de Defensa, el general Fahim. El presidente afgano en el exilio, Burhanudin Rabbani, manifestó tras conocer la noticia su intención de regresar cuanto antes a la capital, de la que fue expulsado en 1996. Los talibán se habían marchado horas antes, durante la noche, y se llevaron todo lo que pudieron, sobre todo dinero y la mayoría del contenido de los depósitos de las Naciones Unidas en la ciudad. El vacío de poder llegó a Kabul, momento en el que la Alianza tomaba sin oposición la ciudad. Para no contradecir los consejos que unos días antes hacía el presidente estadounidense, George W. Bush, de no tomar la capital hasta que no se formara un Gobierno de unidad, la Alianza aseguró en un comunicado que sólo había entrado en la ciudad una pequeña parte del Ejército. Además, la oposición antitalibán aseguraba que no estaba en Kabul para gobernar y ofrecía a todas las etnias, excepto a los pastún (etnia de mayoría talibán), la entrada en la negociación de un nuevo Ejecutivo de representación. El mismo día, la Alianza del Norte aseguraba también tener el control de Jalalabad, así como de otras cinco provincias de Afganistán, con lo que controlaba ya dos tercios del país. Mientras, los talibán se refugiaban en el sur, poblado en su mayor parte por la etnia pastún. El feudo talibán en esta zona, Kandahar, es ahora el punto clave de los combates. Las informaciones de uno y otro bando se cruzan. La Alianza asegura tener cercada la ciudad y su inminente rendición, pero un portavoz de Asuntos Exteriores talibán ha manifestado que el régimen no tiene intención de abandonar una ciudad que, como consecuencia de los bombardeos estadounidenses, se encuentra sin electricidad y sin agua corriente.
