EL CONTRAPUNTO
Adiós, García
Por Juan Emilio Maíllo2 min
Opinión06-05-2001
Este martes, mi otrora admirado José María García comparece en el Senado ante la Comisión Especial sobre la situación de los deportistas al finalizar su carrera deportiva. El objetivo, según reza el orden del día, es que García "informe en relación con la materia objeto de estudio de la Comisión". Supongo que el Senado llama a García porque también debe estar próximo a su jubilación y se le supone que sabe mucho de lo que sufre quien está a un paso de retirarse, o de que le retiren. Pero creo que García puede aprender más de la Comisión que lo que puede aportar. Quizá, por fin, se dé cuenta de que cuando uno inicia el declive, y el suyo se prolonga ya desde hace cuatro años, debe pensar en la retirada, en dejar paso a esos nuevos valores que se agolpan en las puertas de las redacciones esperando a que se jubilen algunos dinosaurios que trabajan ya lo justito -las horas de antena y poco más- y que evitan que la savia nueva, fresca, con ganas de hacer algo diferente y nuevo en esto del periodismo -que no todo está inventado- pueda encontrar su hueco. García lleva cuatro años perdiendo oyentes. De los 1,2 millones que marcó hace cuatro años se ha quedado, según el último EGM, en poco más de la mitad (675.000). Eso duele García, sobre todo cuando ves que el de detrás, ese que vive en la casa que dejaste como un solar el pasado mes de agosto, viene con fuerza. No sabe tanto como tú García, es más, seguramente sabe muchísimo menos que tú, pero te aseguro que tanto Abellán como García (Eduardo) tienen muchas más ganas que tú, y eso, García, no lo puedes comprar ni con los 2.000 millones que ganas al año, a costa de que otros compañeros de la emisora a la que dices haber colocado en beneficios apenas cobran 100.000 pesetas al mes. ¿Los beneficios de Onda Cero son por ellos o por ti, García? Apenas coincidí contigo dos minutos. Tú entrabas en la emisora de Telefónica por la puerta grande, con tus nuevas unidades móviles, tu sempiterno puro, tu carácter arisco, mientras otros salíamos por la de servicio. Sin embargo, nueve meses después, tú estás amargado, triste, abandonado por la dirección de tu empresa. Yo estoy feliz García, hago lo que me gusta y mi empresa me valora. Sólo hace falta que reconozcas tu situación. Vete ahora que todavía tienes algo por lo que ser reconocido, si no, habrá que sacarte de la radio en traje de madera, y eso sería triste García, muy triste.