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ROJO SOBRE GRIS

El hombre más esperado

Fotografía

Por Amalia CasadoTiempo de lectura3 min
Opinión12-11-2006

A una isla en el Atlántico, habitada por los guanches, llegó en 1496 un hombre llamado Alonso Fernández de Lugo. Conquistó para los Reyes Católicos las dos últimas islas Canarias: La Palma, y la que hoy conocemos como Tenerife. La capital de esta última, Santa Cruz de Tenerife, recibe este nombre porque el adelantado Alonso Fernández clavó en la tierra, al desembarcar, una cruz de madera. En torno a ella, en lo que hoy se conoce como el Barrio del Cabo, se desarrolló el núcleo del que nació la ciudad de Santa Cruz de Tenerife, y la cruz se conserva en la Iglesia de la Concepción, considerada como la catedral de la ciudad. Seis siglos y un año después de aquel desembarco, aterriza en la candidatura a la alcaldía de Santa Cruz de Tenerife un hombre joven. Comenzó su mitin de campaña la semana pasada con un: “Buenas noches. Mi nombre es Ángel Llanos y voy a ser el próximo alcalde”. Acaba de cumplir 36 y está muy cerca de convertirse en la encarnación del adelantado Alonso y adalid de la más auténtica tradición chicarrera. Verán. Es relativamente normal que un candidato sea un hombre con apariencia de seguridad, y, por tanto, que se muestre convencido de que va a ganar porque está “en el mejor partido”, con “el mejor equipo” y porque es “el mejor candidato”. Es relativamente normal también que apueste por el empleo, por la vivienda joven y por el desarrollo de la ciudad a cuyos ciudadanos pide su confianza. Esto no faltó, desde luego, y así debe ser. Pero el punto fuerte de la presentación que Ángel Llanos hizo de su candidatura fue una sorprendente promesa: “Si ganamos las elecciones, aplicaremos en el Ayuntamiento el humanismo cristiano de tradición occidental. Primero, porque creo en Dios; segundo, porque lo recogen los estatutos del Partido Popular; y tercero, porque me da la gana y no me pueden imponer el laicismo”. La propuesta ya es potente, teniendo en cuenta que contiene dos palabras difíciles hoy en día como son “cristianismo” y “occidental”. Su compromiso es con el trabajo duro: “¿Qué es eso de llegar a la Alcaldía a trabajar a las diez de la mañana. La seguridad no tiene precio y si el Gobierno central no pone los medios lo haré yo”, pero también una apuesta por la recuperación de la familia y los valores cristianos en una sociedad en crisis, que ha de comenzar, según Llanos, en la escuela: “Sueño con un Santa Cruz en el que los chicos vuelvan a ponerse en pie cuando entra el maestro”. En un encuentro con el obispo Bernardo Álvarez, Llanos afirmaba que “la persona” es el eje de su acción política, que la familia será el pilar fundamental de su acción de gobierno y que, por eso “estará al lado de cualquier organización que se dedique a hacer bien a los demás”. Le llamarán de todo: idealista, radical conservador, integrista... Pero también se ha reunido con una delegación de la Iglesia Evangélica, Iglesia a la que jamás político alguno de Santa Cruz de Tenerife había escuchado antes. Rojo sobre gris al decidido y valiente candidato Llanos por su apuesta arriesgada, por no tener miedo a expresar sus convicciones y creencias, por confiar y comprometerse a demostrar que hay otra forma de hacer política. Porque, como titula el libro que escribió en 2005, la política es “el arte para mejorar las cosas”. Porque recupera la mejor tradición enmarcada en un concepto de política con la persona como centro, al servicio de la familia, de los valores y de la verdadera comunidad. Es el hombre al que muchos estaban esperando.

Fotografía de Amalia Casado

Amalia Casado

Licenciada en CC. Políticas y Periodismo

Máster en Filosofía y Humanidades

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