ROJO SOBRE GRIS
Si tú supieras lo que es el Amor
Por Amalia Casado
2 min
Opinión24-09-2006
No hay generador de energía más potente que el amor. Durante los veranos, además de las muchas formas de disfrutar del tiempo de ocio y descanso, hay una que me sigue impactando por la valentía y sensatez de quienes optan por ella. Muchos jóvenes del mundo entero, aunque no se hable de ellos, deciden recluirse durante un mes para plantearse, frente a frente con Dios, qué hacer con su vida y hacia dónde orientarla. Apenas tiene 21 años. En su mes de discernimiento, cuenta que una noche entró en la capilla y se sentó en un banco. Cuando levantó la vista, contempló agradecida que se había sentado en el lateral hacia el que dirigía su mirada el Cristo de la cruz que presidía el altar. Un hombre clavado en una cruz. No deja de ser impresionante el espectáculo hasta para quien no reconozca en Él al Hijo de Dios. Nos hemos acostumbrado a verlo, pero trasladándolo a nuestros tiempos, el horror podría asemejarse al de una estancia presidida por un ejecutado en la silla eléctrica. Ella miraba y miraba. A Dios dicen que hay que callar para escucharle. O preguntarle, y después dejarle hablar. Sólo hay que probar a hacerlo. “¿Por qué tanto amor?”. Le preguntó, según cuenta, directamente. “¿Por qué tanto amor?”. Hay que experimentarlo para saber que es cierto, que Dios habla al corazón y que los hombres podemos escuchar sus palabras, exactas y claras: “¿Por qué tan poco?” Fue la contestación. “Si tu supieras lo que es el Amor. Si tú fueras capaz de entender al menos un poco que por Amor existes; que por Amor vives; que por Amor estás ahí, contemplándome y hablando conmigo... Si tú supieras lo que es el Amor, estarías aquí, clavada conmigo, y feliz, como estoy yo”. Esta semana han muerto cuatro personas, cuatro católicos. Tres de ellos, en Indonesia. La cuarta, Sor Leonela Sgorbati, en Mogadiscio, la capital de Somalia. Los primeros, condenados a la pena de muerte tras un juicio sembrado de irregularidades. La cuarta, en una emboscada. No hay fuerza más grande que el amor. Quien ama tiene paz en su corazón. Y sólo quien ama de verdad es capaz de perdonar, porque a ver qué otro motor puede ser el que arranque un “perdono, perdono, perdono” a mis asesinos si no es la fuerza del amor. Así terminaron sus vidas Sor Leonela y uno de los ejecutados en Indonesia: perdonando a sus asesinos. Rojo sobre gris, y más rojo que nunca, a quienes han tenido la gracia de ser fieles hasta el final a una experiencia de amor que perdona, porque se convierten en testigos de que es posible, de que no es un sueño, de que el hombre está llamado a lo más alto y puede transformar el mundo y aspirar a los más altos ideales.
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Amalia Casado
Licenciada en CC. Políticas y Periodismo
Máster en Filosofía y Humanidades
Buscadora de #cosasbonitasquecambianelmundo