SIN ESPINAS
Vibración de Eternidad
Por Javier de la Rosa
1 min
Opinión24-09-2006
Todos los años nos encontramos por estas fechas con los machacones reportajes sobre el síndrome post vacacional. Una suerte de histeria colectiva en forma de virus sicótico que parece no escapar a nadie y que nos vende la psicología barata en la que se sostiene la racionalidad contemporánea. La realidad no es más complicada que entender que el ser humano tiene unos ritmos y que cuando lo físico, lo mental y lo espiritual cambian de velocidad, luego cuesta recuperar la marcha y todo el ser se resiente. En estos momentos lo que más miedo produce es afrontar la rutina, es decir, todas aquellas pequeñas cosas que a mitad de curso son detalles insignificantes de nuestro quehacer diario y que, sin embargo, ahora se presentan como un muro infranqueable que puede torturar más de una voluntad. Dejarnos llevar por ese fantasma sin afrontarlo con decisión puede terminar esclavizándonos y haciéndonos muy difícil la vuelta a la normalidad de una vida lograda. El aburrimiento se presenta impidiéndonos ver lo hermoso de luchar por cada instante que se nos ha dado o nos lleva a divagar y fantasear sobre lo que no somos y podríamos ser; alejándonos cada vez más de la realidad y adormeciendo nuestra voluntad. Por eso, hemos de vivir la vida centrados en lo que toca a cada instante viviendo el reto que supone caminar paso a paso hacia nuestro horizonte de posibilidades. No en vano, vivir el momento presente como la única realidad existente es el ejercicio más realista y racional que podemos hacer. Y tratar de descubrir el sentido último y el carácter trascendente de cada momento de nuestro existir hará que cada latido de nuestro corazón resuene con un eco más lejano. La que un hombre de Dios llamó una vez “vibración de eternidad”.
