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SIN CONCESIONES

La ruleta rusa

Fotografía

Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura3 min
Opinión24-09-2006

Un milagro. Eso es lo que necesita Zapatero para que la negociación con ETA llegue a buen puerto. Su futuro político y personal depende por completo de la evolución del diálogo con quienes han matado a más de 900 personas en España. Zapatero necesita un acuerdo con los terroristas si quiere repetir como presidente del Gobierno la próxima legislatura. Todo le va mal: suben los precios, la vivienda está por las nubes, los inmigrantes ilegales llegan de cien en cien mediante cayucos, la Unión Europea le da la espalda ahora porque él desoyó hace un año sus consejos, Bush no le llama por teléfono, Hugo Chávez le ha desplazado como referente político en Iberoamérica, su amigo Evo Morales ataca los intereses españoles en Bolivia, Irán agradece su apoyo a la energía atómica, crece la delincuencia, fracasa la OPA de Gas Natural, los barones del PSOE le abandonan, Felipe González le critica a sus espaldas, surgen dudas sobre el 11-M, el socialista Enrique Múgica recurre por inconstitucional el Estatuto de Cataluña, atacan a los soldados españoles desplegados en Afganistán, los socios de gobierno desconfían de su palabra y, mientras tanto, la oposición incrementa su expectativa de voto. En resumen, Zapatero va camino de perder el Gobierno... si ETA no lo remedia. Dentro de seis meses hay elecciones municipales y autonómicas y Zapatero necesita a toda costa un triunfo electoral. De lo contrario, puede pasar a la historia como Zapatero el Breve. Ante semejante cúmulo de adversidades, el presidente del Gobierno ha depositado todas las esperanzas en el acuerdo con ETA. Los terroristas lo saben y, por eso, cada día que pasa aumentan sus reivindicaciones. Primero querían decidir su futuro, luego reclamaron la autodeterminación y ahora exigen directamente la independencia. Zapatero prometió que nunca pagaría un precio político a la banda por dejar las armas sin darse cuenta de que toda negociación implica concesiones, por pequeñas que estas sean. Tal y como van las cosas, la única manera de seguir en La Moncloa pasa por alcanzar un acuerdo con los asesinos que posteriormente debería ser bendecido en las urnas por los españoles. El reto se antoja más difícil todavía pues millones de personas se han manifestado en cinco ocasiones contra cualquier trato con ETA. Si queda algún poso de conciencia en la sociedad, es precisamente para enfrentarse a los terroristas, vengan de donde vengan y pidan lo que pidan. La negociación con ETA ha llegado así a un punto muerto. El Gobierno debe optar ahora entre rectificar o proseguir. Lo correcto sería deshacer el camino andado, pero Zapatero es consciente de que ese paso catapultaría el liderazgo de Mariano Rajoy. Rectificar es de sabios pero supondría la constatación del error y de que en estos dos años de negociaciones con los terroristas se ha perdido un tiempo precioso para acabar definitivamente con ellos. Por eso, a seis meses de unas elecciones y un año y medio de las generales, el jefe del Gobierno seguirá adelante. Sus colaboradores aseguran que tiene un as en la manga pero, después de tantos faroles sobre el principio del inicio del fin, pocos le creen a estas alturas. Zapatero va a echar un órdago a los terroristas y a los españoles con el deseo de conseguir simultáneamente el fin de ETA y la reelección como presidente. Dicho en otras palabras: este laico confeso confía en un milagro. En 2004 jugó todas sus posibilidades a la carta del 11-M y ganó. Ahora espera repetir fortuna y alcanzar lo que parece imposible. Actúa desesperado, como quien juega a la ruleta rusa. Dispara el gatillo una y otra vez aun a riesgo de pegarse un tiro a sí mismo. O lo que es peor, de salpicar con la sangre al resto de los españoles.

Fotografía de Pablo A. Iglesias

Pablo A. Iglesias

Fundador de LaSemana.es

Doctor en Periodismo

Director de Información y Contenidos en Servimedia

Profesor de Redacción Periodística de la UFV

Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito