ANÁLISIS DE ESPAÑA
¡Que viene el lobo!
Por Alejandro Requeijo3 min
España03-09-2006
Un año más, el mes de agosto ha faltado a su tradicional cita con la tranquilidad para amargar a más de uno las largas tardes de sol en la playa. Los incendios de Galicia, la Inmigración o la guerra de Líbano han protagonizado la mayoría de las conversaciones al albor del chiringuito más cercano y han impedido a los españolitos desconectar por completo del mundanal ruido durante su periodo vacacional. Eso sí, quienes no fallan nunca son los políticos. Siempre tan raudos y puntuales a su cita con el enfrentamiento, este verano no ha sido una excepción. Desde que el PSOE implantase la costumbre en tiempos del Yakolev, el Prestige o la guerra de Iraq, cualquier catástrofe es buena para buscar culpables antes que soluciones. Ahora es el PP quien ha hecho suya esa fórmula de desgaste que en su día tan buenos resultados le dio a Zapatero. No obstante, en su caso podría no resultar tan rentable. Los encargados de guardar la casa este verano en el bando popular se han lanzado a un carrusel desmedido de peticiones de dimisión y comparecencias en el Congreso. Desde Pujalte a Arias Cañete pasando por Ana Pastor o el propio Acebes. ¡Dimisión!. Tan validad era una Diputación Permanente como un mitin aprovechando la estancia veraniega en el pueblo natal de turno. Pocos ministros se han salvado de la quema: Caldera, Narbona, Magdalena Álvarez, Rubalcaba o el propio Zapatero. Uno pierde hasta la cuenta de los miembros del Gobierno que deberían pasar por el Congreso para dar explicaciones. La cuestión es que, justificadas o no esas peticiones, la oposición comete el error político de situar el listón demasiado alto cuando resta todavía tanto para el final. No ya sólo porque “aquí no dimite nadie” -tal y como apuntaba Rajoy en plena catarsis colectiva de su partido-, sino porque además el exceso, la precipitación y la repetición, restan validez y seriedad a dichas peticiones. Es como aquel cuento en el que Pedrito les decía a sus amigos una y otra vez que venía el lobo, sólo para asustarles, y cuando llegó de verdad nadie le creyó. El PP debería dejar de abusar de tanto lobo porque el día que aparezca tampoco les va a tener en cuenta nadie. La estabilidad popular y parlamentaria de la que lleva disfrutando el Ejecutivo socialista durante toda la legislatura podría atravesar, en un futuro no muy lejano, por una fase de vacas flacas. Zapatero esta perdiendo el apoyo de socios como IU, descontenta ante medidas como el resultado final de la Ley de Memoria Histórica. Lo mismo sucede con ERC que todavía no perdona los cuernos con CiU. El PNV permanece a la espera de lo que suceda con Batasuna. En definitiva, difícil panorama el que se les presenta a los socialistas pendientes todavía de aprobar los Presupuestos Generales así como una serie de medidas que ellos mismos consideraron como indispensables. Todo esto sin contar con un posible desenlace negativo en la negociación con ETA. Estaremos entonces en los momentos decisivos del partido. El último cuarto, el sprint final. Será ahí donde el PP tendrá que jugar sus mejores ataques en lugar de gastarlos antes de tiempo. Para entonces nadie se acordará ya de los incendios o el Líbano pero si de todas aquellas veces en las que venía el lobo y al final no se comía a nadie.
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Alejandro Requeijo
Licenciado en Periodismo
Escribo en LaSemana.es desde 2003
Redactor de El Español
Especialista en Seguridad y Terrorismo
He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio