Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

SIN CONCESIONES

¿Negociar con ETA?

Fotografía

Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura3 min
Opinión02-07-2006

Por fin lo ha dicho. Zapatero va a hablar con ETA. El presidente del Gobierno ha tardado tres meses en confirmar su deseo de acabar con el terrorismo a través del diálogo. Era un secreto a voces. Da igual que prosiga la extorsión a los empresarios, que la violencia callejera no haya cesado y que los pistoleros reclamen “caña” al Estado. Zapatero quiere acabar definitivamente con ETA y para ello está dispuesto a negociar las condiciones. Antes de hablar con los asesinos, ha prometido que no pagará ningún precio para conseguir la paz. Pero no es verdad. También prometió convocar el Pacto Antiterrorista, informar diariamente al líder de la oposición y acudir al Parlamento para solicitar el aval al resto de los partidos políticos. Nada de esto ha cumplido. El Acuerdo por las Libertades está podrido en un cajón de La Moncloa y el teléfono de Rajoy está harto de esperar al presidente del Gobierno. Pero el mayor maltrato lo ha sufrido el Congreso, sede de la soberanía nacional y casa de todos los españoles. Zapatero ni ha pedido permiso para hablar con ETA ni ha informado personalmente de sus intenciones al resto de la Cámara. Semejante falta de respeto es digna de cese después de tantas palabras de elogio al Parlamento y de tantas promesas incumplidas. Hasta aquí la anécdota, la forma de actuar y el talante. Toda una estrategia de distracción para apartar el foco de atención de lo trascendente: el fondo, los argumentos y las razones para dialogar con los terroristas. ¿Hay que negociar con ETA? Esta es la verdadera pregunta que debe responder el Ejecutivo. Es la misma cuestión que se plantearon gobiernos anteriores ante los secuestros de José Ortega Lara y Miguel Ángel Blanco. En ambos casos, ETA exigía el traslado al País Vasco de todos sus presos. Para el Estado, hubiera resultado rápido y sencillo cumplir semejante deseo de no ser porque, en realidad, se trataba de un chantaje. Miguel Ángel Blanco seguiría hoy vivo si el Gobierno de 1997 hubiese desplazado a los etarras a cárceles cercanas a sus casas. No lo hizo y, sin embargo, nadie culpa hoy a Aznar del asesinato del concejal de Ermua. De acceder a la petición de ETA, los terroristas habrían cometido otro secuestro para reivindicar un objetivo mayor. El chantaje ascendería entonces a la liberación de todos los presos, el derecho de autodeterminación, la anexión de Navarra o, directamente, la independencia. El Gobierno, sea del color que sea, debe proteger siempre el bien común. El tiempo ha demostrado que el sacrificio y el martirio de Miguel Ángel Blanco no fue en balde. Sirvió, más que otra cosa, para frenar a ETA y arrinconarla. Ante el anuncio de Zapatero del inicio del diálogo con la banda terrorista hay que plantearse la misma pregunta. ¿Hay que negociar con ETA? La respuesta debería ser tajante: ¡¡NO!!. Hay miles de razones: el bien común, la memoria de los muertos, la dignidad humana, el respeto a la ley, los fundamentos de la democracia, la prevalencia de las víctimas, el orden social y, sobre todo, la Justicia. Ningún Gobierno debería negociar con los terroristas salvo “sobre el color de los barrotes de sus celdas”. Eso es lo que siempre decía Gregorio Ordóñez, asesinado por ETA en 1995, y hace escasos días me repetía su viuda, Ana Iríbar. Ni ella ni Mª del Mar Blanco, hermana de Miguel Ángel Blanco, admiten el diálogo con los terroristas. Tampoco lo toleran víctimas socialistas como Maite Pagazaurtundua, Gotzone Mora y Rosa Díez. Sin embargo, el Gobierno va a hablar con ellos. Hablar no significa ceder pero implica una disposición a negociar, al acercamiento de posturas, a la búsqueda de un acuerdo y eso conlleva concesiones. La primera cesión de cualquier gobierno es el lenguaje al llamar “proceso de paz” a que los asesinos dejen de matar. La segunda concesión fue permitir que el PCTV se presentara a las elecciones vascas. Luego vinieron los elogios a Otegi, la complacencia del fiscal general y la desaparición del Pacto Antiterrorista. Pese a ello, ETA no ha desaparecido y persiste en su chantaje. Porque quien asesina durante 40 años por una utopía no abandona gratis y de la noche a la mañana.

Fotografía de Pablo A. Iglesias

Pablo A. Iglesias

Fundador de LaSemana.es

Doctor en Periodismo

Director de Información y Contenidos en Servimedia

Profesor de Redacción Periodística de la UFV

Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito