Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

ANALISIS DE LA SEMANA

Tito vuelve a la realidad

Por Javier BragadoTiempo de lectura2 min
Sociedad06-05-2001

Desde que el pasado 23 de marzo el Ministerio de Sanidad autorizó la comercialización de la llamada píldora del día siguiente se supo que su salida al mercado iba a provocar la reacción en su contra de los sectores más conservadores. Sin embargo, su llegada estaba asegurada tras las presiones de algunas comunidades como la valenciana y la andaluza. El problema de fondo es evitar los embarazos no deseados. Mayor repercusión ha tenido el máximo representante de la Iglesia gracias a su visita a Grecia -la primera de un pontífice católico desde hace diez siglos- y Siria -la primera a pesar de que seis papas procedían de esta región-. Juan Pablo II ha tendido su mano a ortodoxos y musulmanes y ha dado otro paso histórico al ser el primer pontífice católico que ha entrado en un templo musulmán. La cordialidad del Papa contrasta con las tensiones en el mundo que evocan la Guerra Fría, y no sólo por el escudo antimisiles de W. Bush, ya que también el viaje del primer turista espacial, Dennis Tito, ha enfrentado a las agencias espaciales de EE.UU. y Rusia. Claro que los 3.700 millones de pesetas que ha pagado Tito han sido un argumento a favor de los rusos. Quien ha tenido que gastarse aún más dinero es Tony Blair -su gobierno- para poder afirmar que la crisis provocada por la glosopeda (fiebre aftosa) y EEB (vacas locas) está finiquitada. Atrás quedan los millones de animales incinerados y delante las elecciones aplazadas indirectamente por estas enfermedades animales. Sin embargo, esta semana los británicos no han tenido que dejar sus casas durante unas horas por culpa de una bomba de la Segunda Guerra Mundial. Los artificieros desactivaron este "calentador de baño gigantesco", según uno de sus descubridores, mientras el casco antiguo de la ciudad italiana de Vicenza se quedaba desierto y 77.000 personas seguían pagando las consecuencias de la "Gran Guerra".

Fotografía de Javier Bragado