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EL REDCUADRO

Yo también verifico

Fotografía

Por Antonio BurgosTiempo de lectura3 min
Opinión21-05-2006

Verificación de verificaciones y todo verificación. ¿Será por verificar? Verificaciones verbales. Innecesarias. Citas a las calendas griegas. A mí he hacen mucha gracia los sucesivos papeles de verificación de la actividad cero patatero de la ETA que emite cíclicamente el Ministerio de Interior. Cuantas más casas chamuscan, más cartas de extorsión envían, más salen los emboinados encapuchados emitiendo doctrina, más verifican ellos enfáticamente que el Gobierno... Pues lo inverificable. Si la ETA ha cesado su actividad, si estos chicos son ya tan buenos, si les vamos a dar todo lo que piden, como la autodeterminación, la territorialidad y dos huevos duros, ¿por qué siguen saliendo encapuchados los que hablan en su nombre? Si todo es tan normal como Interior verifica, estos chicos no tendrían razón alguna para salir encapuchados. Y si salen encapuchados, digo yo que el fiscal general del Estado o por lo menos el guardia de la porra del Altozano, podían por lo menos verificar a qué viene tal impunidad en el enaltecimiento de lo que hoy por hoy verifico que debe seguir siendo llamado terrorismo. Lo de la verificación me encanta por los gratos recuerdos tropicales que me trae, por un húmedo aroma a flamboyán y manigua, por un lejano horizonte donde croa el coquí. Nada más antillanamente boricua que la verificación. Ocurre que allí en Puerto Rico lo dicen en el hermoso y creativo espanglis del «qué bonita bandera». Pides un mantecado, que es como españolísimamente llaman a los helados, y te contestan: -Voy a chequear. Y al cabo, del inglés al riquísimo español de la colonia, te contestan: -He averiguado y no nos queda mantecado... ¿Quiere un tembleque? Yo, puesto todo el mundo así, también voy a chequear. No voy a ser menos que los encapuchados emboinados. Ni menos que los Rubalcabas. ¿Qué buscabas, Rubalcaba? Yo voy a ponerme a verificar por mi cuenta. Miedo me da hacerlo, pero ni voy ser menos que nadie. Voy a averiguar cuántas banderas españolas habrá en París en la final de la Copa de Europa. Si en la final holandesa de la Copa de UEFA, aun jugándola y justamente ganándola el equipo de la capital de sólo una «realidad nacional», había tan poquitas banderas de España, ¿se imaginan las que puede haber en París, con el equipo de la capital de la nación catalana? No corre desgraciadamente el menor peligro en sus piños quien apueste que se deja arrancar un diente por cada bandera española que vea en París para animar al Barcelona, que es más que un club, por descontado: es la verificación de que la «pole position» que han alcanzado para la desintegración de España es imparable. Y no quiero ni pensar que tenga que verificar ante el televisor que el Rey de España, o de lo que queda de ella, asista en París a la suprema ceremonia de la confusión europea de los que no quieren ser españoles, pero que las deudas de su Sanidad, eso sí, se las paguemos desde Madrid. Como tampoco quiero verificar que le sigamos perdonando deudas al indigenista boliviano que cuantos más cientos de millones de euros les pagamos, 100 primero, 60 después, más cosas nos expropia. Echense mano a la cartera y verifiquen que no se la ha quitado Evo Morales, cosa que no es de extrañar si es usted un modesto accionista del BBVA o de Repsol. No sé por qué la gente desconfía de las bandas de carteristas sudamericanos que trabajan en el metro y en el autobús. Las peligrosas son las bandas de carteristas sudamericanos que trabajan en las presidencias de Venezuela, Bolivia y Cuba, nuestros verificadísimos amigos del alma, a los que cuando les damos el abrazo de hermano con sabor etcétera nos quitan la cartera. En lo que verificamos que ZP sonríe muchísimos más que antes de que nos la quitaran.

Fotografía de Antonio Burgos

Antonio Burgos

Columnista del diario ABC

Andaluz, sevillano y del Betis

** Este artículo está publicado en el periódico ABC y posteriormente recogido de AntonioBurgos.com por gentileza del autor