SIN CONCESIONES
Engañarse a sí mismo
Por Pablo A. Iglesias
3 min
Opinión21-05-2006
Hacía varios meses que Zapatero no pisaba el País Vasco. No había querido regresar desde que la organización terrorista ETA anunció en el mes de marzo un alto el fuego. El Gobierno llevaba más de dos años negociando con los asesinos el inicio de un proceso que supusiera el inicio del principio del final de la violencia. Cuando llegó el comunicado, Zapatero aparentó cierta cautela para dar la sensación de que no sabía nada y no guardaba relación con el paso al frente de los terroristas. Ya se había encargado previamente de anunciar que "el inicio del principio del fin" estaba cerca. Por lo tanto, no hacía falta que tratara de atribuirse el éxito porque semanas antes él mismo se había colgado la medalla del final de ETA antes de que los propios etarras decidieran abrir una negociación. Zapatero ha vuelto ahora al País Vasco para adelantar que el próximo mes de junio comunicará a los partidos políticos el inicio de un diálogo político con ETA. El afán de protagonismo y triunfo del actual presidente del Gobierno es tan grande que le empuja inexorablemente a la torpeza. Las declaraciones de Zapatero en Baracaldo son tanto como anunciar que ya ha tomado la decisión irrevocable de negociar con los terroristas. La realidad le importa poco a Zapatero. Ni informes policiales, ni proceso de verificación del alto el fuego, ni violencia callejera, ni escepticismo de los ciudadanos. Ya ha decidido negociar con ETA y nada va cambiar su convicción. Aunque haya ataques terroristas y aunque los españoles no se fien del alto el fuego, Zapatero va a negociar. Para adoptar semejante decisión, ni hacía falta encargar cuatro informes a la policia ni había que esperar dos meses desde el anuncio de ETA ni había que reunirse con todos los partidos democráticos ni había que convocar el Pacto Antiterrorista. Guste o no guste a la gente, Zapatero ya ha dicho que negociará con los terroristas. Primero prometió que anunciaría su decisión en el Parlamento, pero ha preferido hacerlo durante un mitin en Bilbao con afiliados socialistas. Después aseguró que pediría permiso al Congreso antes de iniciar la negociación, pero él solo ha decidido que negociará con ETA. Luego señaló que trabajaría para ganarse la confianza de la oposición, pero el Gobierno sigue sin informar al PP y Rajoy se entera por la prensa en la mayoría de las ocasiones. Son demasiados incumplimientos, demasiadas contradicciones, demasiadas incongruencias. Zapatero está dispuesto a conseguir el final de ETA a cualquier precio porque su fin, lejos de ser la paz, es sacar el máximo provecho político. ETA no ha cambiado en dos meses. La violencia callejera, lejos de cesar, va en aumento. Las amenazas de Batasuna y Arnaldo Otegi son constantes. No hay la más mínima intención de abandonar las armas o condenar los atentados. Y los objetivos permanecen inmutables: autodeterminación, anexión de Navarra y amnistía. Los terroristas pueden decirlo más alto, pero no más claro. En cambio, Zapatero juega a engañar a los ciudadanos con palabras hermosas y peligrosos eufemismos. No necesita mentir, aunque lo ha hecho cuando negaba sus contactos con la banda. Pero el mayor peligro de Zapatero es que, en su intento de engañar a los demás, ha acabado por engañarse a sí mismo. Esa es la fuente de todas sus utopías.
Seguir a @PabloAIglesias

Pablo A. Iglesias
Fundador de LaSemana.es
Doctor en Periodismo
Director de Información y Contenidos en Servimedia
Profesor de Redacción Periodística de la UFV
Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito