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SER UNIVERSITARIO

Undécima ‘tregua’ de ETA

Fotografía

Por Álvaro AbellánTiempo de lectura4 min
Opinión26-03-2006

El “alto el fuego permanente” de ETA es de esas noticias que merecen un análisis auténticamente universitario, desde las tres características de toda inteligencia bien formada: profundidad, amplitud y largo alcance. Tres cualidades que han faltado en demasiados medios de comunicación durante esta primera semana de alto el fuego. Tres cualidades que, sin embargo, son necesarias si queremos comprender bien este proceso y alentar sólo acciones y esperanzas fundadas en la realidad. Labor primera es estudiar con profundidad el contenido del comunicado etarra. En él se propone un “alto el fuego permanente”, expresión casi contradictoria en términos y que dista muchos de otras que sí serían esperanzadoras, o que posibilitarían un diálogo en condiciones, como “el abandono de las armas”. Además, el comunicado mantiene los objetivos de autodeterminación e independencia (objetivos que el Gobierno no puede negociar) y no plantea los que sí podrían ser discutibles -el abandono de las armas, repatriar a los exiliados, reinsertar a sus dirigentes, acercar a los presos…-. Por último, el discurso es tan ideológico como siempre, por lo que no se fundamenta sobre presupuestos reales: ETA se considera a sí misma y su acción terrorista como un elemento esencial para la superación del conflicto (cuando el único conflicto grave es su existencia); y considera al Estado de derecho un estado represor (cuando los únicos represores, por vía del asesinato y la extorsión, son los etarras). Estas tres claves: condiciones de tregua ambiguas, el mismo y falso discurso de siempre y el plantear la negociación en el ámbito de lo no negociable, hacen muy difícil el diálogo, técnica que se basa en la sinceridad, la defensa de la verdad, y el remarcar lo común frente a lo que divide. Conviene, en segundo lugar, analizar la situación con amplitud. Primero: la expresión “alto el fuego permanente” recuerda a la usada por el IRA durante el proceso de paz en Irlanda del Norte. Parece evidente que ETA -con el IRA- y Zapatero -con Blair- buscan técnicas parecidas para procesos de paz parecidos. Si bien la voluntad de las partes parece digna de alabanza, conviene recordar que el caso irlandés y el vasco se parecen muy poco y que extrapolar modelos ajenos al margen de nuestra realidad no ayudará, precisamente, a esclarecer los puntos clave del conflicto. Incluso, puede velarlos. También conviene examinar si no se ha pagado ya un “precio político” -la amplitud de la inteligencia debe mirar hacia atrás, no sólo hacia delante-. Así, como posible precio político, recordemos: la ruptura del Pacto Antiterrorista, la ruptura del pacto no escrito de no reformar sin el consenso de los dos grandes partidos nacionales los estatutos autonómicos o las reformas del Estado; la aprobación de una resolución en el Parlamento que le concede a ETA la categoría de interlocutora política del Gobierno de España; la permisividad con Batasuna y con el Partido Comunista de las Tierras Vascas; y la aceptación por la Comisión Constitucional del Congreso de la autodefinición de Cataluña como nación (menos de 24 horas antes del comunicado de ETA). Por no citar la marginación en el PSOE de esos grandes luchadores contra ETA que son Rosa Díez, Gotzone Mora y Nicolás Redondo Terreros. También la amplitud de nuestra mirada nos debe hacer recordar las 11 treguas anteriores de ETA y cómo en 1998 ya dijeron varios etarras que no volverían a coger las armas… y, menos de un año después, rearmados, ETA volvió a matar. Conviene, finalmente, proyectar esta situación a futuro, pensando el alcance y destino de cada uno de los pasos que ahora seguimos. Por ejemplo, conviene reflexionar sobre la legitimidad del terrorismo para obtener fines políticos. Cualquier concesión -incluso entre las ya proporcionadas- alienta al terrorista a pensar que sus acciones asesinas han servido para algo. Conviene, en definitiva, pensar en qué presupuestos de partida fundamentarán el proceso de paz, pues de ellos habrá de alimentarse e inspirarse la futura paz y la democracia en España. Visto esto, no queda sino reconocer la esperanza en el fin del terrorismo. Una esperanza no mucho mayor que 24 horas antes del comunicado; y no distinta de la vivida con aquella tregua-trampa en la que veíamos todos la debilidad de ETA. Es su debilidad y no su falsa voluntad de negociación la que debe alentarnos. Y ese es el mayor frente en el que debemos plantear nuestra lucha.

Fotografía de Álvaro Abellán

$red

Doctor en Humanidades y CC. Sociales

Profesor en la UFV

DialogicalCreativity

Plumilla, fotero, coach