ANÁLISIS DE SOCIEDAD
Recordar la fuente
Por Almudena Hernández
2 min
Sociedad26-03-2006
El reloj ha cambiado la hora, el cielo su luz y el paisaje ha aterciopelado su manto. La piel del horizonte brilla envuelta de seda verde. En los tallos explota la fuerza de la vida, la sangre baila en las venas y la sonrisa redescubre los rostros. El día sabe a fruta y a licor suave e inocente y huele a almendros en flor. La mejor de las borracheras se logra bebiendo la vida a sorbos pequeños. La primavera llama a la puerta. Por la noche, brillan más las estrellas, que compiten en destellos sobre nuestras cabezas. A los brazos no les escuece tanto la brisa. Se ha templado el aire o creemos que nos besa la piel una caricia más cálida. La cabeza tiene sueños de verano. El corazón necesita recitar poesías. Se ha vuelto loco. Quizás por eso escribe versos imaginarios, huérfanos de penas y llantos; desamparados de tristeza, aunque hartos de nostalgia dulce. Qué rica sabe la fresa bañada en chocolate. En cada estrofa palpita un alma, derretido de tanto vivir, ansioso de más vida: todos somos almas errantes. El alma necesita recitar poesías de amor. Pero el recuerdo y la costumbre son demasiado recientes y aún ensucian con la niebla gris el optimismo. Pesan aún en la memoria las tardes sin sol, el invierno sin lluvia y la tierra estéril. ¡Cuánta sed tiene el mundo! Las heridas necesitan, más que cura, tiempo. A la espera de que el calendario nos haga llegar el antídoto tenemos que continuar el camino. Más allá de las piedras y los baches siempre una flor tierna despierta nuestra esperanza. Tras ella aparece la vida, una vida nueva, que es líquida y transparente como el agua. Cuando bebamos agua recordaremos a la fuente: tintinea en la cabeza el proverbio oriental. Y la cabeza busca respuestas. Será que Alguien todos los días abre el grifo y hace brotar el agua, aunque no queramos saberlo.
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Almudena Hernández
Doctora en Periodismo
Diez años en información social
Las personas, por encima de todo