Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

ANÁLISIS DE ESPAÑA

Las víctimas y el caso Etoo

Fotografía

Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura2 min
España26-02-2006

Corría aproximadamente el minuto 75 de un aburrido Zaragoza-Barcelona. En ese momento, el jugador azulgrana, Samuel Etoo, se percata de que una minoría del público esta profiriendo gritos racistas contra él. En lugar de seguir jugando, el camerunés decide abandonar el campo. Finalmente y tras ser persuadido por sus compañeros continua, pero la polémica ya estaba servida. Sería conveniente saber cuantas dosis de afán de protagonismo hay en el comportamiento de este magnífico futbolista, acostumbrado a estar en el ojo del huracán tanto por sus goles como por situaciones como esta. Pero en cualquier caso, el proceder de Etoo fue equivocado. Sí, es cierto que fue victima de una despreciable vejación y de un atentado directo contra su dignidad, no obstante, con su respuesta lo único que consiguió fue otorgar a estos enemigos del fútbol un protagonismo inmerecido. Claro que mucho peor hubiese sido haberles dado la satisfacción de abandonar el encuentro. Como casi todo en el deporte rey, el incidente de La Romareda se puede extrapolar a otros ámbitos de la vida. Precisamente la actualidad ha puesto estos días de manifiesto otras vías para combatir la sinrazón de una minoría que oprime y humilla a una mayoría que sufre y aguanta. Salvando las evidentes distancias, el mismo día del citado partido las víctimas del terrorismo dieron una nueva lección -exceptuando algunas pancartas y gritos fuera de lugar- sobre cómo combatir la sinrazón de un problema infinitamente más dañino y real: el terrorismo. Como en tantas otras ocasiones, en lugar de abandonar el campo, las victimas tomaron las calles de Madrid de manera multitudinaria. Y todo precisamente para pedir a los que mandan que no agachen la cabeza, que no “claudiquen” ante esa minoría que mata y oprime. El final de los gritos racistas en los estadios, al igual que la violencia etarra, pasa por el rechazo mayoritario de la grada o la sociedad, y porque la justicia -deportiva u ordinaria- sancione a los infractores. Etoo, por tanto, se equivoca como todos aquellos que con sus decisiones y actos resucitan y dan alas a quienes menos lo merecen.

Fotografía de Alejandro Requeijo

Alejandro Requeijo

Licenciado en Periodismo

Escribo en LaSemana.es desde 2003

Redactor de El Español

Especialista en Seguridad y Terrorismo

He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio