SIN CONCESIONES
Cuestión de dignidad
Por Pablo A. Iglesias
2 min
Opinión27-02-2006
Dignidad. Este es el último resquicio de ética que le queda al ser humano. El Hombre del siglo XXI casi ha perdido la moral pero quiere conservar la dignidad. Reclama dignidad para vivir, aunque suponga la muerte de un feto, y dignidad para morir, por no llamarlo suicidio. ¡Dignidad para todos! Dignidad para los vivos que quieren vivir mejor a costa de que no viva un hijo. Dignidad para los enfermos que no quieren vivir así su vida. Y dignidad para los muertos que murieron en la guerra sin querer morir. Devolver la dignidad a alguien es fácil. Basta con aprobar una Ley de Memoria Histórica que reinterprete el pasado. Basta con anunciar la regulación de la eutanasia para la próxima legislatura. Basta con permitir la manipulación de células embrionarias o promover la ampliación del aborto. Indigno sería que una madre tuviese que cuidar un hijo no deseado. Indigno sería que un tetraplégico como Ramón Sampedro tuviese que soportar aún su sufrimiento. Indigno sería que un pobre soldado muriese abandonado en el frente. Indigno sería también que un asesino matase a un inocente. Indigno sería que un delincuente no cumpliera la pena establecida por la Justicia. Indigno sería que un criminal no pidiese perdón por sus acciones. Indigno sería que un terrorista quedase en libertad en 18 años tras matar a 88 personas. Indigno sería que una viuda tuviese que cruzarse cada mañana en el portal con el asesino de su marido. Indigno sería que una democracia no escuchase el clamor social. Indigno sería que un presidente del Gobierno llevase a la guerra a un país en contra del pueblo. Pero indigno sería también que otro presidente negociara con terroristas contra la opinión de los ciudadanos. No es sólo cuestión de dignidad. Es incoherente dialogar con un partido como Batasuna cuando cuatro años antes votaste a favor de su ilegalización. Es incomprensible querer sentarse en una mesa con quien trata de destruir el sistema democrático. Es ingenuo creer que los terroristas son buenos porque llevan mil días sin matar. Es injusto pretender que no sea vencido quien ha causado cerca de un millar de asesinatos. Pero sobre todo es inmoral ofrecer una negociación a los asesinos cuando las víctimas claman mayoritariamente en contra. No son sólo las víctimas más cercanas a la oposición. Nicolás Redondo, Rosa Díez, Maite Pagazaurtundua y Gotzone Mora son víctimas, son socialistas y también critican la política antiterrorista del Gobierno. Por algo será. La mayoría de las víctimas del terrorismo están en contra de cualquier negociación con ETA. Lo han dejado bien claro con tres manifestaciones multitudinarias. Hacerlas caso sería lo más digno. Sería lo coherente, lo justo y lo moral.
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Pablo A. Iglesias
Fundador de LaSemana.es
Doctor en Periodismo
Director de Información y Contenidos en Servimedia
Profesor de Redacción Periodística de la UFV
Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito