SIN ESPINAS
Dinero y sentimientos
Por Javier de la Rosa
2 min
Opinión22-01-2006
Dinero y sentimiento, a esas dos cuestiones se ha reducido la negociación del Estatuto Catalán. Con el dinero se negocia y con el sentimiento se juega. Mira que nos lo temíamos. Y es que la pela es la pela, que diría Puyol. Primero el bolsillo que con la cartera llena es más fácil comprar, vender, acentuar o atenuar los sentimientos sean nacionalistas o de cualquier otra clase. ¿ Todo tiene un precio? Señor catalán, de Madrid le traemos parné, encima ¿no se nos irá a quejar usted? De nuevo el mundo al revés, ¿o es que la verdad vuelve a imponerse sola? Resulta que Artur Mas aseguraba este domingo tras el acuerdo con el gobierno: "En buena parte hemos logrado un cambio del sistema de financiación. Sólo eso ya da razón de ser al texto" y añadía sobre la fallida cuestión del termino nación: “si hubiésemos insistido en ello, sería como cargarnos el Estatut”. ¡Madre de Dios! Que clarito lo veo todo. O sea, lo del término nación, negociable; pero con la plata no me juegue usted, que como admite este negociante es la misma razón de ser de todo este “negociete”. ¡Carámbanos! ¡Recorcholis! No existen las naciones, existen sólo los negocios en este asqueroso mundo pragmático y ultracapitalista. Siempre primero el dinero, aunque a la mesa de negociación se vaya con un sentimiento muy profundo. Sí, el de sacar la mayor tajada posible. Veámoslo desde el otro lado. Un sentimiento que se mide en euros, y que es igual al precio que tiene que pagar el gobierno de un país y la mayoría de sus ciudadanos para que una minoría le deje seguir en el sillón de poder y terminar la legislatura. Cómo diría Mas, el nuevo Estatuto: “Permitirá a Cataluña tratar de tú a tú al Gobierno español”. Al gobierno español si, que se ha empequeñecido el solito, pero a España no, porque España es una nación y Cataluña sigue siendo una Comunidad Autónoma con un sentimiento nacionalista que sus políticos son capaces de vender por un puñado de euros. Y como español hoy puedo decir esto porque la afirmación me cuesta por lo menos entre 2.600 y 3.000 millones. ¿Cuando bajaré de las nubes y me daré cuenta de cómo funciona el mundo? Javier, primero el dinero y después ya hablaremos de sentimientos.
