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SIN CONCESIONES

El cuento llega a su fin

Fotografía

Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura2 min
Opinión22-01-2006

Caperucita Roja, Pulgarcito, La Bella Durmiente, el Estatuto de Cataluña... Los cuentos siempre tienen un final. El estatuto, también. En la mayoría de las ocasiones poseen un final alegre. Los protagonistas sonríen, son felices, a veces se casan y comen perdices. En las historias para niños, los protagonitas siempre acaban bien. En cambio, los rivales o enemigos sufren, padecen, enferman o incluso mueren. Los cuentos, como los niños, son bondadosos con los amigos pero crueles con los adversarios. Algo así ocurre también con el estatuto catalán. Tras dos largos años de dificultades para los protagonistas del cuento, éste parece llegar al desenlace con final feliz para ellos. Pero ¿y para el resto? El lobo feroz del estatuto sería el Partido Popular. Cerca ha estado de comerse de un bocado a ZPerucita pero la niña de la sonrisa y los buenos modales tratará de convencer a sus vecinos de que, tras ese disfraz de abuelita, se esconde la fiera de la oposición. ¿Y si fuera al contrario? Quizá tras esas telas inmaculadas con las que algunos visten el Estatuto de Cataluña se camufla un lobo de dientes afilados y fuerte mandíbula que sólo quiere deborar España. Sea como fuere, las reformas territoriales impulsadas por Zapatero han aportado hasta el momento más problemas que soluciones. Los políticos catalanes llevan más de dos años discutiendo y sin prestar la debida atención a las familias que perdieron sus hogares en el hundimiento del barrio de El Carmel. Han gastado casi treinta meses en cambiar un estatuto que hace dos décadas aprobó el 70 por ciento de los que actualmente viven en Cataluña. El 30 por ciento restante no había nacido. Lo peor de este cuento es que resulta sumamente aburrido para los lectores. Pese al empeño de los protagonistas, no interesa porque ni divierte ni educa ni aporta. Lo único que recibe son críticas. Algo malo debe de tener la política para que los ciudadanos le tengan tan baja estima. Los reproches brotan por todas partes, incluso se cuelan con sutileza y elegancia en una obra de teatro: "La poesía llama a la poesía, como la mentira llama al voto". Desde luego, si algo caracteriza el cuento del estatuto son las numerosas mentiras de sus protagonistas. El primero en mentir fue Zapatero. Prometió aprobarlo como saliera de Cataluña y, en cambio, le ha metido un gran tijeretazo. A ver cómo tratan de convencernos ahora unos y otros de las bondades de este estatuto. Mentiras, mentiras y más mentiras. En esta historia hay pocas cosas veraces y reales. Los políticos tratan de engañarnos como si tuviéramos seis años pero este cuento no se lo van a creer ni los niños.

Fotografía de Pablo A. Iglesias

Pablo A. Iglesias

Fundador de LaSemana.es

Doctor en Periodismo

Director de Información y Contenidos en Servimedia

Profesor de Redacción Periodística de la UFV

Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito