ANÁLISIS DE DEPORTES
Las grandes vueltas se van del ProTour
Por Roberto J. Madrigal3 min
Deportes11-12-2005
El fenómeno ciclista no es nuevo en el deporte profesional, y la canción, con algunos matices, es idéntica a la que propició la creación de la Euroliga de baloncesto. Allí, sólo después de pasar por los tribunales –que reconocieron el derecho a la libre competencia– se alcanzó un acuerdo de colaboración entre la Unión de Ligas Europeas (ULEB) y la Federación Internacional (FIBA). Y sin que la sangre llegara al río, recuerda a las presiones a que los grandes clubes de fútbol, el llamado G-14, vienen sometiendo a la Federación Europea (UEFA), para ver incrementada su parte en los beneficios comerciales, porque son parte fundamental del negocio. Sin equipos y sin empresas que organicen las carreras, la UCI no va ni puede ir a ninguna parte y la amenaza de escisión va muy en serio. Amaury Sports Organisation (ASO) es una empresa muy poderosa: además del Tour y de pruebas que fueron de la Copa del Mundo como la París-Niza, París-Roubaix, Flecha Valona, Lieja-Bastogne-Lieja, París-Tours, organiza pruebas como el Dakar. El grupo que preside Patrice Clerc podría liderar una competición paralela, ajena a la UCI. Pero tampoco es manca Unipublic, más aún después de haber sido adquirida por Antena 3. Aunque con menos pruebas de prestigio –colabora en la Vuelta Ciclista a Aragón, Vuelta a la Comunidad Valenciana, Vuelta a Murcia y Semana Catalana–, el apoyo de un grupo de comunicación y el acceso al mercado latinoamericano son buenos argumentos. La tercera pata es el grupo RCS, propietario de La Gazzetta dello Sport y del Giro de Italia, Tirreno-Adriático, Milán-San Remo y Giro de Lombardía. Con semejante base y el descontento de muchos organizadores excluidos del UCI ProTour, que se han visto perjudicados, podría dar lugar a un verdadero circuito paralelo. Sin embargo, la intención de las grandes vueltas es permanecer vinculadas al calendario internacional y sólo a partir de 2007, tras un año de transición, después del cual establecerán sus propios criterios de selección de equipos, tanto deportivos –según los resultados– como éticos, aunque los organizadores no tienen responsabilidad sancionadora. Pero Pat McQuaid y su antecesor al frente de la UCI, Hein Verbruggen, piensan que si no están con ellos, están contra ellos. Una pataleta de la que sale perjudicado el ciclismo, cada vez más devaluado por los casos de dopaje y alejado del interés del público. Por lo pronto, las grandes vueltas han conseguido un punto a su favor: proponer incentivos por participar en lugar de sanciones por no hacerlo. Pero McQuaid sigue en su enfrentamiento y, con un puñetazo sobre la mesa, reclama los poderes que le corresponden, muchos de los cuales rayan en el monopolio. “El establecimiento y la modificación de los reglamentos que rigen el ciclismo son competencia exclusiva de la Federación Internacional”, afirma excluyente la UCI, que se ha pronunciado pero no ha tomado una decisión al respecto. El Consejo del UCI ProTour estudiará las propuestas relativas a 2007, pero la respuesta no será una novedad mientras siga con la ceguera para no calcular las consecuencias de sus decisiones. Los directores de las grandes vueltas por etapas –Christian Prudhomme, Víctor Cordero y Angelo Zomegnan– no van a echarse atrás. El pulso es un hecho y nadie se imagina un calendario sin el Giro, el Tour, la Vuelta y las grandes clásicas.