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ANÁLISIS DE ECONOMÍA

Cada uno por su lado

Fotografía

Por Gema DiegoTiempo de lectura2 min
Economía29-10-2005

De lamentable y vergonzosa se puede calificar la forma de hacer uso del derecho de huelga por los altos precios del gasóleo que han tenido los transportistas y pescadores y con la que ahora amenazan los agricultores españoles. Su actitud demuestra poca capacidad para ponerse en el lugar del otro y está basada en mirarse el ombligo y alegar miopía para no ver más allá de las narices propias. Los pescadores, por ejemplo, han demostrado su incoherencia con algunas acciones llevadas a cabo la semana pasada. Cuando los agricultores franceses volcaban los camiones españoles que cruzaban la frontera cargados de fresas, se les llamaba de todo menos bonitos. Ahora que los españoles hacen lo mismo con el pescado llegado del otro lado del Estrecho, resulta que su proceder no es censurable. Estos trabajadores se arrogan el derecho de ser los únicos afectados por el encarecimiento del crudo, cuando lo somos los 42 millones de habitantes del país. El problema del sector primario es que los beneficios más suculentos se los quedan los intermediarios. Pero con los paros y bloqueos no sufren ellos, sino los consumidores finales. La Constitución reconoce el derecho de huelga en su artículo 28, es decir, dentro de los denominados derechos fundamentales. Pero la ley no ampara las actividades que coaccionan al que, dentro de su libertad, desea desempeñar sus funciones cotidianas, y es muy discutible que protejan al que perjudica a terceros. Las peticiones de los huelguistas son, en muchos casos, egoístas. El ministro de Economía, Pedro Solbes, ha anunciado que el Gobierno prevé cerrar el ejercicio 2005 con un par de décimas de superávit en sus cuentas. A este paso, es posible que tenga que retractarse. Las demandas son tan disparatadas que el Gobierno no puede asumirlas por completo, y encima si cediera ante una tendría que caer en una pendiente resbaladiza de concesiones que dilapidarían las arcas públicas. Además, la UE camina en sentido contrario al proteccionismo con sus ofertas de reducción de aranceles de los productos agrícolas para la próxima reunión incluida en la Ronda de Doha. Los países pobres piden que la UE abra su mercado y deje de aplicar una política (la PAC) insólita en el resto del mundo. Y esto no pega demasiado con romper la hucha sin medida para liberar dinero con que restañar heridas petroleras. Todo esto no trae más que descoordinación y despropósitos pues, en vez de buscar una solución conjunta entre el Gobierno y todos los sectores afectados, cada uno va por su lado empeñado en constituirse en mártir de la causa. El Gobierno no tiene la culpa de que la gasolina suba y sólo puede arreglar una parte de los contratiempos que esto causa, y los arreglaría mejor si pudiera afrontarlos en su conjunto. Pero los huelguistas no entienden esto. Se dedican a echarse la culpa unos a otros tanto por hacer huelga como por no hacerla.

Fotografía de Gema Diego