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CRÓNICAS DEL ESPACIO INTERIOR

Ocio y neg-ocio

Fotografía

Por Álvaro AbellánTiempo de lectura2 min
Opinión02-09-2005

“Ocio”, en su sentido latino original, viene de “escuela”. En la escuela uno aprendía las “artes liberales”, llamadas así porque son “libres” o, en cierto modo, “inútiles”, es decir: que no se ordenan como simples medios para fines utilitaristas, sino que se aprenden por sí mismas. De ahí que la palabra “ocio” -lo libre, que se hace porque sí- se opone a “neg-ocio”, que es algo así como la “negación del ocio”, lo que se hace en busca de un beneficio inmediato o de una utilidad más o menos próxima. Pero que los conceptos “ocio” y “neg-ocio” se opongan no quiere decir que sean dos realidades excluyentes. Muy a menudo tendemos a confundir nuestras ideas con la realidad. Al descubrimiento de dos ideas aparentemente contradictorias que se dan en una misma realidad lo llamamos “paradoja”. Resulta, por lo general, que eso nos pasa muy habitualmente a los hombres: somos unos animales bastante paradójicos. Es fruto de no entender esta paradoja el mal ed moda de los septiembres del siglo XXI: el síndrome post-vacacional. Este síntoma parte de la creencia -esto sí que es fe ciega- de que el hombre nace, vive y muere para las vacaciones. El axioma indiscutible es que el hombre sólo es hombre un mes al año, y que los otros 11 meses son vida infrahumana lamentablemente necesaria para el mes de plenitud. A pesar de que muchas encuestas muestran que a la mayoría de los españoles no nos importa demasiado volver al trabajo, los medios de comunicación repiten atontadamente el tópico de moda de que lo vamos a pasar mal estos días en que se acaba lo bueno y llega lo peor. Evidentemente, muchas personas sufren esta vida rasgada y rota con un pie en el trabajo y otro en las vacaciones. Algunos, sin remedio, pues no pueden elegir sino trabajar en lo que odian por sacar una familia adelante. Pero, la mayoría, por falta de creatividad o por asumir acríticamente los dictados de la moda psicológica. Lo cierto es que estamos llamados a disfrutar de nuestro trabajo. A que seamos capaces de hacer que nuestro negocio sea ocio; o, incluso, que nuestro ocio sea negocio. Un buen amigo siempre me dice que tiene suerte de cobrar en su trabajo, porque le gusta tanto que lo haría gratis. ¿Seremos nosotros capaces de vivir lo mismo? ¿Podremos disfrutar, esta primera semana, de una vida tan feliz en el trabajo como en el descanso? Todo un reto para esta nueva “temporada”. Y el premio, una realización personal mucho más valiosa que cualquier “Champions League”.

Fotografía de Álvaro Abellán

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Doctor en Humanidades y CC. Sociales

Profesor en la UFV

DialogicalCreativity

Plumilla, fotero, coach