ANÁLISIS DE SOCIEDAD
Un pellizco
Por Almudena Hernández1 min
Sociedad02-09-2005
Es lo que nos hace falta: un pellizco. Sólo el dolor nos hará despertar del recuerdo de las vacaciones. Septiembre es tiempo del síndrome postvacacional, los atascos, las continuas llamadas de teléfono, los problemas en el trabajo, los montes churrascados, las playas solitarias, los colegios llenos, los uniformes, los libros, la cartera nueva, el material escolar, los bolsillos vacíos, los números rojos, los intereses altos, la paga que no llega a fin de mes, los pantanos desnudos, los peces muertos, el despertador, las batallas de las palabras, las guerras por las audiencias, las mentiras de la política, la compra semanal, el precio de los tomates, la mala espina que nos da el pollo, la cola de la caja... Necesitamos un pellizco para aterrizar. Y cuando despertamos encontramos que hay más problemas que los de nuestro propio ombligo; que los ricos también lloran -hay inocentes en todos los lados-; que hasta el país más rico del mundo tiene sus desastres, sus pobrezas, sus injusticias y sus desigualdades. Despertamos y vemos que la vida también duele en otros lugares del planeta, que la Península Ibérica ha sido la barbacoa del verano, que el campo está muerto y que pocos queremos hacerlo resucitar. Polvo somos... Echamos la vista atrás y queremos volver al chiringuito, ¡no, más aún! queremos regresar en el tiempo a la eterna juventud, porque entonces soñábamos con cambiar el mundo. Pero no, es septiembre, y aunque nos indigeste la cruda realidad es nuestro deber afrontarla con dignidad. Total, qué nos puede pasar. Donde está el cuerpo está el peligro. Visto lo visto este verano, cualquiera se mueve.
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Almudena Hernández
Doctora en Periodismo
Diez años en información social
Las personas, por encima de todo