ANÁLISIS DE SOCIEDAD
Ruedo ibérico
Por Almudena Hernández2 min
Sociedad29-06-2005
Decía Ortega y Gasset que para entender la historia de España bastaba con ir a una plaza de toros. Si don José levantase la cabeza se tiraba a la calle Estafeta para correr los sanfermines, a ver si con un poco de suerte le cosía a cornadas un morlaco y le devolvía al otro barrio. La querida España nuestra se ha vuelto de un plumazo laica, progresista y antitaurina. "¡Ojú!", diría aquel. Con lo bien que está este veranito de sequía para el sol y moscas taurino... En los toros, esa fiesta nacional de la que reniega Ezquerra Republicana de Cataluña -que se chinchen que el diestro catalán Serafín Marín viene apretando-, siempre ha habido rumores de toreros homosexuales. Pero como hasta el rabo todo es toro, con perdón, los rumores muchas veces se han acallado porque en la plaza esos sospechosos han resultado muy machos. Buena razón tenía Ortega con el simil taurino de los aconteceres, pues ahora también esta España nuestra está en división de opiniones. Mejor dicho, división de contradiciones. Todavía hay quienes se escandalizan por que los niños presencien corridas de toros y no de otras situaciones quizás más negativas para su desarrollo como personas. Todavía hay quienes se escandalizan de la presencia de la muerte en el ruedo cuando aquí no nos vamos a quedar ninguno y miran a otro lado cuando donde un hombre hiere como un animal en la casa vecina. Eso sí que no es de machos. ¿Dónde estaban las ministras del Gobierno paritario que se pasean en los carnavales homosexuales cuando una mujer, Mari Paz Vega, toreaba en la plaza más importante del mundo? Esta España laica, progresista y antitaurina... También tenía razón don José, en la plaza se refleja la sociedad española. Salvo en honorables excepciones, las féminas siguen trabajando el doble que los hombres -también en esos ruedos de Dios-, y lo hacen solas, sin el apoyo siquiera de otras mujeres. El ruedo ibérico ya no es lo que era. Menos mal que la reconquista vuelve a venir del norte y para escuchar el himno nacional haya que pisar el acelerador a fondo como lo hace el asturiano Fernando Alonso, uno de los toreros del momento. No le imiten, señores, que pueden quedarse sin puntos y al cabo de las 15 horas del cursillo de Tráfico pueden llegar a casa y no tener ni mujer, pues ya no va a hacer falta que a uno le pongan los cuernos para pedir el divorcio. ¡Olé!
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Almudena Hernández
Doctora en Periodismo
Diez años en información social
Las personas, por encima de todo