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ROJO SOBRE GRIS

Sólo nos protege el silencio

Fotografía

Por Amalia CasadoTiempo de lectura2 min
Opinión26-06-2005

Han regresado y debe de ser porque ya no tienen tanto miedo. Son los cachorros de ETA con más kale borroka para las calles vascas. Deben de sentirse más fuertes, y la verdad es que tienen motivos. La Justicia ya no les considera terroristas, como hasta ahora, sino otra cosa: simples delincuentes comunes. Para los ciudadanos siguen siendo lo mismo que eran: terror, violencia, y silencio. Una vez más, callar. La mitad de los vascos vuelven a sentirse desprotegidos, se les vuelve a quitar el respaldo de la silla, una pata de la cama, el suelo bajo sus pies, qué más da: inseguridad y miedo serán el resultado. Y a callar. Silencio, mucho silencio: cuando ni la Justicia ni el Gobierno están en su sitio, la mejor forma de protegerse a uno mismo es callar. Es difícil imaginarse cómo entenderán esto los ciudadanos, si es que algo así se puede comprender. Primero, que los terroristas deciden hoy el Gobierno del País Vasco gracias al Gobierno de Zapatero. Segundo, que la lucha contra el terrorismo pretenda llevarla a cabo en mesas de negociación con los terroristas. ¿Negociar la paz? ¿A cambio de qué? El terror empieza a ser rentable, y quizás acabe convirtiéndose en una profesión. ¿Por qué no? Zapatero se encontró al subir al poder con un País Vasco en el que los cachorros de ETA estaban asustados, cada vez eran menos, y cada vez estaban más controlados. Delinquir no merecía la pena. Garzón lo dejaba claro en sus autos: las organizaciones de jóvenes abertzales Haika y Segi eran “apéndice integrado en la estructura terrorista” de ETA, y la actividad de la kale borroka era terrorismo. Si juegas a quemar autobuses, te procesarán como terrorista: demasiado caro. Pues hoy ya no. Con este nuevo Gobierno, subirá el coste de todo menos el de ser terrorista, separatista o ilegal. La Audiencia Nacional contradice por primera vez las sentencias e investigaciones de Garzón y ahora la kale borroka ya no es terrorismo: es delincuencia común. Así está nuestro país: se siente más protegido el separatista que el español, el terrorista que la víctima, el ilegal que el legal, el persecutor que el perseguido. Lo inimaginable de la irracionalidad del terrorismo es que el propio Gobierno y la propia Justicia cayeran en sus garras. Estamos abandonados a nuestra suerte, y sólo nos protege el silencio. Es la condena a ser ignorado propia de las nuevas dictaduras. Rojo sobre gris a los que no callan.

Fotografía de Amalia Casado

Amalia Casado

Licenciada en CC. Políticas y Periodismo

Máster en Filosofía y Humanidades

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