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ROJO SOBRE GRIS

Con perdón...

Fotografía

Por Amalia CasadoTiempo de lectura3 min
Opinión05-06-2005

De entre las víctimas del terrorismo que han hecho declaraciones, se observa una misteriosa diferencia entre quienes olvidan y perdonan y quienes sólo olvidan o no hacen ninguna de las dos cosas. Es una satisfacción, sin embargo, que sólo una pequeña minoría de quienes hacen apariciones públicas dice no perdonar. Y digo que es una satisfacción porque es un ejemplo y un testimonio gigantesco el que hombres y mujeres que han experimentado el zarpazo del terrorismo sean capaces de volver a empezar sin lastre alguno: a pesar del pasado, a pesar de las ausencias, a pesar de las mutilaciones, a pesar del dolor. A pesar de todo ello, y sin rencor. Cierto es que ese “a pesar de todo” y sin rencor implica renunciar a casi todo, menos a una cosa: a la responsabilidad de construir un mundo mejor, más libre y más justo. Desde la paz interior de quien olvida y perdona puede aspirarse a la construcción de esa sociedad más justa, sin los riesgos y fatalidades de hacerlo desde la revancha y el ojo por ojo. Quien haya visto la Guerra de las galaxias puede entender los desastres que se originan cuando uno opta por tomar decisiones desde las pasiones destructivas que lo llevan al ya clásico “lado oscuro de la fuerza”. Quién duda que el terrorismo puede activar en las víctimas un deseo de venganza, que ciega la razón y minimiza la capacidad para ver con objetividad la realidad. Decir “no” a la negociación con ETA, como lo hacen estos hombres y mujeres capitaneados por Alcaraz, es decir Justicia y es decir sí a la responsabilidad de hacer bien las cosas en la construcción de una sociedad mejor: quizás no perfecta, pero sí mejor. No es revanchismo, no es venganza y no es rencor lo que les mueve, sino la certeza de que negociar es darles a los terroristas algo a cambio de que dejen de matar, es decir: reconocer que matar a inocentes es un método eficaz para hacer presión y conseguir cosas. Cuando se negocia, se necesitan varias cosas en juego: varias partes o jugadores a los que se les reconoce la capacidad para negociar: ¿Reconoce el Gobierno a ETA como un jugador con legitimidad para hacerlo? ¿Aunque deje las armas? Si así fuera, como parece, la paz dejaría de ser el fin perseguido para convertirse en un medio: en un medio para que ETA consiguiera sus objetivos, cualesquiera que sean. La Paz sería groseramente prostituída. En una negociación, y en segundo lugar, las distintas partes tienen intereses en juego: algunos a los que se está dispuesto a renunciar. Otros, a los que no. ¿Es que el Gobierno de España considera que los españoles podemos renunciar a algo de lo que se pondría en juego en una posible negociación con ETA? ¿A la independencia del País Vasco? ¿A la excarcelación de los presos? ¿A la legalización de ETA? ¿Puede llamarse democracia a este sistema que se deja sobornar por la fuerza del terror? Rojo sobre gris es asumir la responsabilidad de construir un mundo mejor a pesar de todo, pero con perdón... y dignidad.

Fotografía de Amalia Casado

Amalia Casado

Licenciada en CC. Políticas y Periodismo

Máster en Filosofía y Humanidades

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