EL REDCUADRO
De aquellos lazos a estas pulseras
Por Antonio Burgos3 min
Opinión05-06-2005
EN los periódicos provincianos a los que nunca se les hizo justicia y donde empezaron a escribir muchos ingenios de este Reino, solía haber una pequeña sección titulada «El vuelo de las aves anilladas». Informaba de las anillas encontradas por mayetos y lugareños en aves cazadas con una escopetilla de perdigones o apresadas con liria. Decían sus gacetillas: «En el cortijo Rompeserones y por su casero ha sido capturada una garcilla que portaba en una de sus patas una anilla con la inscripción "Copenhag.Nat.Museum 1964/249875"». Cuando entré de redactor en prácticas en ABC de Sevilla, escribí muchas de aquellas notas. Desde los pueblos, los que habían encontrado un ave anillada enviaban dentro de un sobre azulina el trozo de metal que el pajarito, ¡animalito!, llevaba en la pata. Si aquellas notas servían científicamente para algo, nunca lo supe, en aquella prehistoria de una ecología donde las aves migratorias no eran aún controladas por GPS. De las aves anilladas hemos pasado a los españoles anillados. Si existiera aún esa sección en los diarios, la habrían actualizado: «La moda de los españoles anillados». Y en ella podríamos leer gacetillas que dirían aproximadamente: «En misa de 11 de la iglesia de la Concepción ha sido hallada una señora de la especie Barrio de Salamanca, que portaba en su muñeca izquierda una anilla de goma de color amarillo con la inscripción "100% católico"». «En el vestuario del estadio de Heliópolis ha sido encontrada una pareja de jugadores del Betis que llevaban en sus muñecas una pulsera verde de plástico duro con el letrero: "Sentir, luchar, ganar. Podemos"». «En el pleno del Ayuntamiento de Madrid ha sido encontrado un ejemplar auténtico de Ruiz-Gallardón, que en la mano derecha con la que hace política para complacer a la izquierda llevaba una pulsera de silicona, de color rosa PSOE oscuro, con la leyenda "Madrid 2012"». Y así, en días sucesivos leeríamos en esa sección el hallazgo de españoles anillados con las pulseras de la lucha contra el cáncer, contra la esclerosis múltiple, contra el sida. Pulseras contra el racismo y pulseras a favor de la solidaridad, tópicos progres de silicona en la muñeca. Pulseras para que los alumnos de Tercero se paguen el viaje de paso del Ecuador; que no sé qué Ecuador pasan ahora los estudiantes, cuando todo Ecuador se ha venido a trabajar a España... Pulseras de todo y por su orden. Pulseras del cuento de la lechera de los que hacen caridad con dinero ajeno: «Si vendemos un millón de pulseras, a un euro cada una, es un millón de euros». Pulseras naturalmente fabricadas en China. Que inventen ellos y que fabriquen los chinos. Pulseras de diseño y pulseras de chuchiperri. Pulseras verdaderas y pulseras falsas. Los que antes te daban el timo poniéndote en la puerta del Cortinglés un lazo rojo diciendo que el dinero era para los enfermos del sida, te venden ahora una pulsera que pone no sé qué del sida. Antes les dabas la voluntad, el durito en la alcancía. Ahora el fraude es de precio fijo: el antiguo timador del lazo rojo que te vende la pulsera falsa contra el sida te engaña a euro el pelotazo. De la moda de los lazos hemos pasado a las pulseras presuntamente solidarias. Me acuerdo ahora de aquella España de los lazos negros contra la ETA. De la angustiada España del lazo azul que pedía la liberación de Ortega Lara. ¿Para qué sirvieron aquellos lazos, aquel dolor? Nada de aquello existe ya. Viendo la manifestación de las víctimas del terrorismo pensaba anoche que este Gobierno nos quiere poner a todos la pulsera de la falsa paz, del embuste del diálogo. Nos quiere anillar con una traílla de silicona que diga: «Olvida a los mil asesinados por la ETA».
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Antonio Burgos
Columnista del diario ABC
Andaluz, sevillano y del Betis
** Este artículo está publicado en el periódico ABC y posteriormente recogido de AntonioBurgos.com por gentileza del autor