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BOLIVIA

Los agentes sociales no admiten el decreto de Carlos Mesa

Por Miguel MartorellTiempo de lectura1 min
Internacional04-06-2005

La republica boliviana vive en los últimos meses un conflicto de ricos y pobres contra el Gobierno del presidente, Carlos Mesa. Los primeros piden más autonomía, los segundos una Asamblea Constituyente que reforme la antigua Carta Magna de 1825. Mientras, el 60 por ciento de las carreteras del país siguen cortadas y empieza a peligrar el abastecimiento de alimentos.

Las jornadas de protestas más violentas ya han pasado, aunque las calles de La Paz, capital de Bolivia, el 60 por ciento del mapa vial y muchos campos petroleros siguen tomados por los campesinos, liderados por el partido opositor Movimiento Al Socialismo (MAS). El presidente, Carlos Mesa, ha fracasado en su intento de contentar a las dos partes del conflicto interno que vive la República. Los bolivianos de clase alta, alineados en torno al departamento de Santa Cruz, piden la convocatoria de un referéndum de autonomía para desvincularse del poder de La Paz. Mientras, los campesinos, piden una nueva Ley de Hidrocarburos que beneficie más al pueblo que a las empresas. Pero, al tiempo, exigen la formación de una Asamblea Constituyente que reforme la Constitución de 1825 y que se reconozca así a aymaras, quechuas o guaraníes, ignorados por la vigente. La crisis interna generada por estas reclamaciones en el Gobierno de Mesa ha ido retrasando el cumplimiento de las exigencias de los manifestantes, con lo que las protestas populares han ido arreciando llegando a producirse enfrentamientos con la Policía y el Ejército. Finalmente, el presidente convocó al pueblo para el próximo 16 de octubre, fecha en la que se celebrará tanto el referéndum como las elecciones a la Constituyente, pero no renunció a su mandato, tal y como le pedían algunos. Ahora, el gran peligro es el hambre y la parálisis energética que podría sufrir Bolivia y, en concreto, La Paz con el bloqueo de las carreteras, llenas de zanjas, barricadas y con los peajes asaltados, que no permiten que se abastezca a la población.

Fotografía de Miguel Martorell