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SIN CONCESIONES

La dictadura del relativismo

Fotografía

Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura2 min
Opinión24-04-2005

La Verdad está en peligro de extinción. Vivimos una época en la que los jóvenes confunden verdad y opinión. Los hombres creen que hay tantas verdades como personas. Nadie lucha por demostrar certezas porque resulta más fácil conformarse con indicios. El ser o no ser de Hamlet está muerto gracias a filósofos como Nietzche, Sartre o Hume. En un mundo mediatizado, no importa lo que las cosas sean sino lo que parezcan. Se puede ser un dictador como Fidel Castro o el Ché Guevara y ser aclamado como gran revolucionario. Se puede, a lo Jacques Chirac, amparar un régimen exterminador como el de Sadam Husein y ser considerado un pacifista. Incluso, como Zapatero, se puede ridiculizar a quien piensa diferente y ser ensalzado por buen talante. El relativismo ha impuesto durante el siglo XX la falacia del piensa como quieras que nunca estarás equivocado. Todo vale. Ibarretxe difunde la unidad de Euskal Herría pese a tratarse de una entelequia construida a base de invenciones. El arte moderno equipara un punto y una raya de Kandinsky a las obras maestras de Goya y Velázquez. Hasta el músico Pau Donés proclama en sus canciones que "todo depende" como si ésta fuera la única certeza. En la era de la información, da la impresión de que la verdad emana del programa más visto en televisión, de un SMS enviado durante la jornada de reflexión de unas elecciones o de un correo electrónico anónimo que difunde un falso rumor. Casi nadie cree en la verdad porque, en muchas ocasiones, está pisoteada por jueces, gobernantes, legisladores y periodistas. Lamentablemente, la verdad se mide por el número de personas que hay detrás en lugar de por el peso de los argumentos. El principal reto que tiene el Papa Benedicto XVI pasa por devolver al ser humano la razón de la verdad. Joseph Ratzinger lo sabe pues, de hecho, ha declarado la guerra a la dictadura del relativismo antes de ser elegido por sus compañeros cardenales. El hambre, la pobreza, las desigualdades y la falta de libertad también se combaten cuando se hace frente a las mentiras, verdades a medias, difamaciones, ocultaciones, demagogias, manipulaciones y demás atentados a la verdad. Benedicto XVI no es el pontífice misionero, cercano y evangelizador que muchos queríamos pero está dispuesto a denunciar la pobreza de conocimiento, el libertinaje de pensamiento y la soledad ideológica que supone el relativismo. Elevada al absurdo, la dictadura del relativismo llevaría a una persona a negar que Ratzinger sea alemán. El Hombre del siglo XXI necesita comprender que sólo hay una verdad antes de buscarla y respetarla. Desconocer la verdad no significa que no exista o que pueda sustituirse por simples opiniones.

Fotografía de Pablo A. Iglesias

Pablo A. Iglesias

Fundador de LaSemana.es

Doctor en Periodismo

Director de Información y Contenidos en Servimedia

Profesor de Redacción Periodística de la UFV

Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito