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SIN ESPINAS

Determinada determinación

Fotografía

Por Javier de la RosaTiempo de lectura1 min
Opinión06-03-2005

Decía Santa Teresa que llegaba un momento en la vida de toda persona en la que había de tomar una determinada determinación. Esa gran decisión que luego habría de avalar con sus actos el resto de su vida. Es la elección a la que no queremos enfrentarnos muchas veces por nuestro, como diría Erich Fromm, miedo a la libertad. Esa opción fundamental marca, sin duda, la existencia de las personas. Y por eso, allá donde vayamos, encontramos seres humanos que están o se han quedado a medio camino de tomar esa decisión y otras que se han convertido a ella. Convertirse no es convencerse porque convencerse de algo termina por confundirnos con aquello de lo que estamos convencidos. Sé que esta idea no es fácil de entender y no sé si tampoco sabré explicarla. Quiero decir, no obstante, que hay personas que por diversas razones que no alcanzo, llegan a un dogmatismo existencial que no les corresponde. Porque el dogma nos viene dado y es por tanto esencialmente distinto a nosotros e inasequible. Por eso, no entiendo aunque pueda justificar a quienes intentan hacer asequible lo que en todo caso sólo puede ser asumido y aceptado por el hombre. Partiendo de esta premisa creo que evitaríamos la confusión permanente que se genera en muchas personas y en diversos ámbitos. La tendencia a dogmatizar es propia de todo ser humano, tanto como la de creerse, consciente o inconscientemente, Dios. Todos albergamos dogmas incluso, aquellos cuyo dogma es convencerse de que en ellos eso es imposible. Nuestros dogmas son clavos ardiendo a los que no tenemos más remedio que agarrarnos alguna vez en nuestra vida o todos los días de nuestra existencia. De tal manera, que si entendemos que nuestra segura contingencia no puede ser ajena a esa realidad, no nos queda otra que orientar nuestra determinada determinación a ella.

Fotografía de Javier de la Rosa