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SIN ESPINAS

Hotel Ruanda

Fotografía

Por Javier de la RosaTiempo de lectura1 min
Opinión27-02-2005

Cuando en Ruanda, Sudán, Sierra Leona o cualquier otro lugar del planeta se producen guerras olvidadas, los periodistas occidentales debemos jugarnos el cuello hasta morir porque los gobiernos nacionales y los organismos internacionales se avergüencen por permitirlas. Hay lugares en este mundo donde antes de ayer y hoy día se producen genocidios tan crueles como el holocausto judío. Sin embargo, como el petróleo o los intereses geopolíticos no están detrás, los Ejecutivos no mueven un dedo para acabar con las masacres indiscriminadas de seres humanos. Hay valientes en los que Dios puso la vocación de arriesgar su vida o perderla en pleno campo de batalla para que el resto del mundo vea lo que el hombre destruye a lo largo y ancho de su tierra, pero como dice un protagonista de la extraordinaria película Hotel Ruanda: "después de haber puesto el pellejo para conseguir las imágenes del escarnio, el hombre occidental espetará ¡qué horror! y seguirá cenando". El largometraje del que les hablo es un ejemplo de en qué nos convertimos cuando vivimos en la creencia de que no hay nada que hacer para cambiar el mundo. Pero el compromiso de nuestro tiempo es precisamente no permanecer impasibles ante el fruto de nuestra perversión. Le declaro la guerra a los gobiernos responsables de que eso nos evite, a los dirigentes políticos que son conscientes de la situación y no hacen nada, a los empresarios, medios de comunicación y profesionales que aceptan o pierden el tiempo en hablar y crear opinión sobre asuntos sin importancia; que no salvan vidas o que no construyen a una sociedad; y a los ciudadanos que le siguen el juego a todos ellos sin pasarles cuentas en las urnas o en el share de audiencia por permitir este cúmulo de miserias. Vean la película y me entenderán mejor.

Fotografía de Javier de la Rosa