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CRÓNICAS DEL ESPACIO INTERIOR

¬Fuego amigo¬

Fotografía
Por Álvaro AbellánTiempo de lectura2 min
Opinión24-03-2003

Los estadounidenses han derribado ya el primer avión británico. Así dicho, parece casi algo habitual, como si no fuera noticia y, la verdad, es que no lo es. Durante la Primera Guerra del Golfo, Gran Bretaña perdió más hombres bajo fuego norteamericano que bajo fuego iraquí. No es que el primer Ejército del mundo la tome con sus aliados, sino que su alta tecnología está lejos del utópico error cero. Unos dicen que la culpa es de los aparatos; otros, que es difícil encontrar soldados lo suficientemente formados como para manejar tecnologías tan avanzadas -y entonces, bajo el eufemismo “error técnico” se ocultaría el “error humano”-. En Afganistán, de las 346 bajas registradas en el Ejército estadounidense, menos de la mitad, 146, las causó del fuego enemigo. En la actual guerra, cinco de cada seis soldados aliados muertos hasta el pasado domingo se deben a “errores mecánicos” y al fuego amigo. Sólo uno de cada seis soldados cae en combate. Quién le iba a decir al oficial estadounidense que dormía en su tienda de campaña, en la retaguardia, que un soldado de su compañía iba a lanzarle una granada que le costaría la vida. ¿El motivo? El soldadito andaba muy enfadado porque no le habían mandado al frente. Yo le entiendo: con estos porcentajes en las bajas, uno puede pensar que está más seguro en el combate los iraquíes que ejecutando maniobras en la retaguardia. Fuego amigo, menudo eufemismo con el que referirse a ese armamento que mata tanto como el otro, solo que encima llega por la espalda y sin previo aviso. Fuego amigo debe ser también el que afecta directamente al Gobierno de España -e, indirectamente, a nuestro sistema democrático-. Las sedes del Partido Popular son apedreadas por pacifistas, los mismos que acuden a las manifestaciones por la paz que acaban en combate y con el mobiliario urbano destrozado. Una hora antes de que los vándalos empezaran su espectáculo, una supuesta periodista de la Ser preguntaba con sorna a una anciana: “¿Es usted violenta?”. Pretendía ridiculizar al Gobierno, ya que éste había anunciado el posible carácter agresivo de algunos de los manifestantes. Junto a los políticos de la Ser, los del Congreso, donde esta lamentable izquierda llama terrorista al presidente del Gobierno por haber ignorado a la ONU. Como si fuera la primera vez. Como si nunca hubiera existido la guerra en Kosovo. Tanta demagogia política -en todos los partidos- y tanto pacifista violento dañan gravemente la democracia. La matamos desde dentro, como ese fuego amigo que hace más daño que cualquier forma de terrorismo, un fuego amigo que a veces recuerda a los últimos días de nuestra Segunda República.