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SIN ESPINAS

Zapatero no es Sagasta

Fotografía
Por Javier de la RosaTiempo de lectura2 min
Opinión22-09-2002

Aunque a Aznar le hubiera gustado. El Canovas de nuestros días -también salvando las distancias- ha empezado a no tener reparos a la hora de decirle a su principal adversario político que no tiene entidad para serlo. Que se aburre, que no le da juego, que va a remolque y que así no se puede hacer oposición. Y lo peor es que a Zapatero le está empezando a crecer ese complejo de Sagasta frustrado que no cumple ni las expectativas que había puesto en él el propio José María. Todo esto lo hace explícito quien sabe que no hay mejor defensa que un buen ataque. Si observamos las diatribas dialécticas de los primeros discursos electoralistas de Aznar y Zapatero podemos advertir este juego. A Aznar le vino tan bien estar tantos años en la oposición que incluso después de seis en el Gobierno sigue siendo él quien hace las preguntas. Es él quien consigue desviar los debates y la atención exigiéndole al PSOE que defina sus posturas. Y después le da una clasecita al niño Zapatero para que aprenda a opositar. Que si no se puede hacer oposición a base de ocurrencias, que si no existe un mismo criterio en su partido no es posible una oposición fuerte y unida. Vamos, que los pájaros se tiran a las escopetas. Se ve tan crecido Aznar ante la figura de Zapatero que el único peligro que tiene es que se estrelle contra el techo de La Moncloa. Zapatero le sigue el juego y apabullado le dice a Aznar que deje de hacerle tantas preguntas. Aznar le responde que cuidado porque peor que no tener criterio es tenerlo equivocado... y le mete mas miedo a Zapatero. Se nota que es su profe. Pero más allá de la idea que tiene Aznar de Zapatero o de la confianza de los propios socialistas en su líder, el problema radica en la credibilidad que le damos al discurso de Aznar cuando dice a voz en grito que “no hay alternativa”. Felipe González lo repetía igual en sus tiempos... pero sin predicados. Aznar encuentra muchos: “O se presentan proyectos coherentes, que no los hay; o hay equipos coherentes que hacen buenos documentos, que no los hay; o hay capacidad de tomar decisiones, que no la hay; o no hay alternativa, que no la hay”. Así encadenó su discurso Aznar en la clausura del XII Congreso del PP de Madrid. Zapatero no es Sagasta pero es que Aznar ya se cree Canovas.