Shevchenko hunde a Cúper

Por Pedro Luis Melero2 min

El Milán se clasificó para la final de la Champions League, que se disputará en el estadio de Old Trafford, con más pena que gloria. En el partido de vuelta, como ya se suponía, volvió a perder el fútbol vistoso. Las dos escuadras italianas saltaron al mismo terreno de juego que en la ida con la misma consigna: no encajar un gol. Si por ellos hubiese sido, se habrían rifado el pase a la última ronda desde el punto de penalti. Pero en ésas apareció un comunitario llamado Andrei Shevchenko que hizo caso omiso de la instrucciones de su entrenador y se dedicó a lo mejor que sabe hacer: rematar. Tuvo que ser él, y no otro, quien dinamitase la eliminatoria con un tanto al filo del descanso, servido por Seedorf, que posteriormente sería decisivo. El gol que cayó como jarro de agua fría en las filas del Ínter, que sufrieron en sus carnes la misma decepción que sembraron hace un par de semanas en Valencia. Tras la reanudación, Héctor Cúper tenía en sus manos el reto de ordenar a sus jugadores que se fueran al ataque, pero cómo no, mirando de reojo hacia atrás. Pero no lo hizo: bastó observar el rostro del delantero centro, el argentino Hernán Crespo, cuando fue sustituido: desacuerdo absoluto con la táctica de su entrenador. Sin Vieri, sin Recoba -también sustituido-, los aficionados nerazzurri veían imposible cercar el área de Abbiati. Pero la entrada de Martins, un joven delantero de la cantera, y Kallon, le dio una mordiente inesperada al ataque del Ínter, que a punto estuvo de obrar el milagro. A ocho minutos para la conclusión el rapidísimo Martins aprovechó un fallo de la defensa rossonera para empatar el choque, aunque no la eliminatoria. Tras el gol, no le quedaba otra, el Milán renunció aún más si cabe al ataque, sacrificando a Rui Costa, y su racanería le pudo haber costado la final. Abbiati despejó un balón conflictivo a saque de esquina y tras despejarlo, el Milán se clasificó para su primera final desde 1995.