El orden del Chelsea frena en seco al Barça

Por Manuel de Juan4 min

Dos estilos, uno enfrentado al otro. Por un lado, el toque y la magia del Barcelona. Por el otro, el vigor y el orden del Chelsea. Los que auguraban un partido de muchos goles no acertaron, pero lo cierto es que tensión hubo de principio a fin y, pese al marcador sin goles, las opciones del equipo líder de la liga española siguen intactas. Sin embargo, en todo el estadio quedó el regusto amargo de que, tal vez, podían haber sacado los azulgrana un resultado más positivo. El Barça inició el partido con las ideas muy claras. Si el balón se mantenía sobre el verde, no debía tener problemas. Pero los ingleses tampoco eran mancos y sabían que con una buena presión en el medio y balones largos para sus hombres rápidos podían pescar algo en el feudo blaugrana. El alto ritmo en los primeros instantes era patente, lo que embarullaba un poco el juego e impedía la claridad en la circulación. El mayor peligro de los blues estaba en la banda de Dani Alves, y su nombre era Florent Malouda. El francés atraviesa un momento dulce, y los huecos provocados por el lateral brasileño podían ser aprovechados por el galo. Sin embargo, este peligro no podía llegar sin balón y este fue sobre todo del Barça. Según avanzaba el reloj y pasaban los minutos de la primera parte, los azulgrana fueron poniendo el cerco a la meta de Petr Cech, aunque sin demasiado peligro. A la zaga del Chelsea se le notaba el oficio inglés, estaba plantada perfectamente y los compañeros del mediocampo bajaban a ayudar en las tareas de retención, por lo que los espacios no surgieron. Aunque la posesión fue apabullante para el equipo local, su dominio resultó estéril e inocuo. Ironías del destino, la más clara de la primera parte fue para el equipo de Guus Hiddink, que durante la primera parte sólo había defendido. Un garrafal error en la cesión de Rafa Márquez dejó sólo en el mano a mano a Didier Drogba con Víctor Valdés. El africano tiró a romper y la estrelló en el portero. En el rechace, trató de hacer una floritura para sortear a Valdés que casi le sale, pero el cancerbero estuvo rápido de reflejos y despejó a córner. Pareció cambiar la mentalidad de los blues tras el descanso. Salieron a tener más el balón, a volcarse por las bandas e, incluso, Michael Ballack tuvo una ocasión con un cabezazo a los dos minutos de la reanudación. Luego llegaron tres minutos de maldición donde los de Josep Guardiola sufrieron en sus carnes dos lesiones casi simultáneas. Primero Thierry Henry tuvo que marcharse a la banda por un golpe fortuito en un salto con Alex Da Costa, aunque el francés pudo seguir sobre el campo, pero su cara no auguraba nada bueno. Lo peor llegó unos segundos después. Márquez se desplomó cuando iba conduciendo el balón completamente solo e inmediatamente se llevó las manos a la rodilla. Algo se había roto dentro del mexicano y entre lágrimas tuvo que abandonar el campo, consciente de que puede ser una lesión que le aleje de uno de los mejores finales de temporada de la historia de su club. En su lugar entro Carles Puyol. En lo que iba de partido, apenas había aparecido aquel al que todos esperaban, Lionel Messi, y eso tenía una razón. José Bosingwa, reconvertido a lateral izquierdo por la baja de Ashley Cole, estaba haciendo un partido soberbio, y había secado al argentino cada vez que este había intentado hacer algo por la banda. Con el partido cerrado a cal y canto las pocas ocasiones llegaban en acciones a balón parado. Por ahí lo intentó Alves, pero tampoco hubo manera. El momento nostálgico llegó cuando Juliano Belleti sustituyó a Frank Lampard. El Camp Nou no olvida su gol en París al Arsenal, que les valió su segunda Copa de Europa, y lo premió con una ovación impropia de un partido con la tensión que reinaba sobre el césped. Justo cuando se cumplía el tiempo reglamentario, llegó la gran ocasión del Barcelona. Centro desde la derecha de Alves y el joven Bojan Krkic, que había sustituido a Eto’o, cabeceó por encima del larguero cuando tenía el gol a dos metros y sin portero. Mucha ocasión para un futbolista con futuro pero que aún peca de poco asesino. Tuvo otra clarísima Alexander Hleb, y de nuevo Cech fue el muro que detuvo la acometida catalana. El guardameta contestó a sus críticos con un partido soberbio donde paró todo lo que le llegó. Al final, empate sin goles y el equipo de Guardiola que deberá jugárselo todo en Stamford Bridge sin su pareja de centrales titular, debido a la lesión de Márquez y a la sanción por acumulación de tarjetas de Puyol. Logró el Chelsea, con un fútbol basado en la defensa férrea y en el orden táctico, un resultado que le invita a soñar con que podrá estar de nuevo en la final de la Liga de Campeones