Mendizorroza ya no es lo que era

Por Javier Tintó1 min

El Osasuna dio la campanada al vencer al Alavés en su propio estadio, que hasta hace pocas jornadas era poco menos que inexpugnable. El mérito del equipo que entrena Miguel Ángel Lotina es, pues, innegable, aunque los pupilos de Mané también pudieron haber marcado sin que la victoria rojilla fuese injusta, ni mucho menos. El Alavés comenzó el encuentro como sabe: dominó el centro del campo y buscó al delantero de turno, esta vez Iván Alonso. Sin embargo, el charrúa, una de las revelaciones de la pasada campaña, no estuvo muy afortunado, lo mismo que Rubén Navarro. El Osasuna tampoco llegaba con demasiada claridad a la meta de Martín Herrera: se vio un partido muy abierto, con dos equipos similares en su concepto: sobrios y ordenados, con un punto de ambición, pero sin demasiados riesgos. Conforme avanzaba el primer tiempo, Palacios y Puñal fueron cogiendo la manija del centro del campo y fueron acallando, poco a poco, al público de Mendizorroza. El dominio de los pamploneses se transformó, a la vuelta del descanso, en goles. El Osasuna usó la cabeza, y primero Palacios, sin duda el mejor del partido, y más tarde Jusué, establecieron el marcador que sería definitiva. Con el marcador a favor, los hombres de Lotina se echaron un poco atrás, con la intención de mantener el resultado, lo que propició que el Alavés se hiciera con el control del encuentro y dispusiese de ocasiones claras para acortar distancias. Ahora bien, el Osasuna pudo ampliar la cuenta al contragolpe aprovechando el afán de los vitorianos, pero las cosas se quedaron como estaban, y el Alavés, hace poco líder, ha caído hasta la zona media de la tabla.