El nervio sin control no sirve de nada

Por David de Ancos1 min

Si el Villarreal despidió el 2001 con derrota en Zaragoza, esta vez sucumbió contra un Sevilla serio y disciplinado, que se ha asentado en la zona media de la tabla a base de trabajo, de saber explotar sus cualidades y de hacerse muy incómodo para sus rivales. El submarino amarillo no gana desde el día que el Loco Palermo cayó lesionado. Sin embargo, aunque Fernando Roig trajo de regalo de Reyes a otro delantero argentino, el nacionalizado Pizzi, éste no fue capaz de cambiar el rumbo del Villarreal y su equipo cayó de forma clara y rotunda. Lo peor de la derrota, además de perder los tres puntos, fue la imagen ofrecida en su propio terreno. Aunque tuvo el balón, intentó crear peligro y dominó al Sevilla, El Villarreal estuvo desquiciado. Las carencias rematadoras de Gica Craioveanu, con Pizzi en el banquillo, permitieron que su contrincante lo superara en todo momento. El Sevilla aguantaba atrás sin demasiados problemas y salía a la contra con peligro. No necesitó más el el Sevilla para imponerse, ya que se vio ayudado por la expulsión, poco antes del descanso, de Guillermo Amor por doble tarjeta amarilla. No obstante, también sufrió la lesión de Reyes. Casquero convirtió un libre directo para adelantar a los sevillistas en el marcador, mediada la primera parte. El Villarreal no reaccionó hasta los primeros minutos del segundo período, con la entrada de Guayre primero y Pizzi después, pero cuando más asediaba la meta de Notario, Moisés aprovechó un contragolpe para apuntillar a los castellonenses y vengarse de su ex equipo el choque. Lo mejor para el Sevilla fue el resultado, pero apenas exhibió un fútbol práctico, para nada brillante.