La derrota del conformismo

Por Javier Herrero1 min

El partido que se vio en La Rosaleda resultó más que aceptable, y los puntos, se crea o no en los Reyes Magos, le vienen al pelo al conjunto malacitano: tres puntos que no les vienen nada mal. El carbón llegó para el conjunto catalán: los pericos, confiados quizá después de haberse llevado el derbi catalán, no supieron dar la talla y se fueron de Málaga dejando un mal sabor de boca, que vuelve a dejar en entredicho a Paco Flores y le alegra la vida a los pupilos de Joaquín Peiró, que ya empezaban a ver el agua a la altura del gaznate. A pesar de que las primeras ocasiones fueron para los barceloneses, éstas se acabarían quedando en nada. A partir del ecuador de la primera mitad, comenzaron los problemas para los que vestían de negro. Primero un contratiempo: la lesión de Toni Velamazán, quien se rompió un ligamento de su rodilla izquierda en un remate y hubo de ser sustituido por Iván Díaz. Luego, el primer gol del partido, que consiguió el portugués Duda, en un impecable libre directo que Mora sólo pudo seguir con la vista. Todo ello contribuyó a que los de Paco Flores se descentraran y el Málaga siguiera gozando de las mejores ocasiones de la primera parte, aunque ya no pudo lograr un segundo tanto antes del descanso. El Espanyol se vio obligado a estirar sus líneas para buscar el empate, y dispuso de algunas ocasiones para conseguirlo, pero no tuvo la fortuna suficiente. El partido, sin embargo, seguía teniendo alternativas; es decir, los visitantes no se hicieron con el dominio del partido, sino que el conjunto andaluz también llegaba al área rival con peligro. Así, el gol de la confirmación lo marcó Darío Silva, de penalti cometido a Ariel Zárate. Corría el minuto 83 y ése fue, desde el punto de vista sicológico, el final del partido.