Sin oposición se gana fácilmente

Por Javier Trinidad2 min

El Barcelona ofreció su mejor versión contra un débil Zaragoza, que en ningún momento dio la impresión de poder llevarse a casa algo parecido a los puntos. Rexach sorprendió de inicio otorgando la titularidad en la meta a Reina, en detrimento del argentino Bonano. El canterano pasó desapercibido: no tuvo trabajo, por lo que no se pudo valorar si el cambio fue o no acertado. El técnico culé también varió su esquema, y jugó tres centrales y dos laterales adelantados, Sergi y Puyol. La jugada le salió bien a Rexach, ya que ambos jugadores fuero de lo mejorcito del bando local. Mientras, Txetxu Rojo planteó el encuentro con prudencia y un solo punta, Bilic, lo que resultó nefasto para los intereses maños. Después de una infinidad de oportunidades marradas por Xavi, De Boer, Saviola y Rivaldo, el holandés Kluivert tuvo que ser el encargado de abrir el cerrojo de los aragoneses, justo cuando la primera parte agonizaba. Con el marcador a favor, la segunda parte de los azulgranas fue de exhibición y dominio absoluto. Bien administrado por Xavi, el balón sólo pululaba por el césped en una dirección, la meta de César Láinez. Los jugadores del Zaragoza corrían detrás del esférico, y cuando lo tenían en los pies, el único recurso era el pelotazo para que Bilic corriese, controlase, se fuese de su marcador y batiese a Reina. La situación ideal no se dio, de modo que el Zaragoza tuvo ocasiones contadas y no estuvo en condiciones de materializar ninguna de ellas. El gol de Saviola sirvió para tranquilizar los nervios de la parroquia azulgrana, un tanto exaltados por las declaraciones de Cruyff y Rivaldo en los últimos días. El brasileño lo intentó todo para reconciliarse con la afición, y aunque no marcó, cuajó una buena actuación. Ahora bien, al Zaragoza se le avecinan malos tiempos después de la mala imagen que ofreció, sobre todo para su técnico, más que discutidos. En Can Barça, la victoria dispara algunas euforias y apacigua los animos, aunque sólo sea de momento, a falta de que el equipo resuelva la irregularidad de que adolece.