Rio 2016
Oro belga en Copacabana
Por Adrián Castellote
2 min
Especial 201606-08-2016
El circuito queda ya para el recuerdo como un recorrido despiadado y que en su añadido de atrezo selvático entregó en bandeja de plata un espectáculo a gran escala. Montaña, pavés, descenso y caídas. Emoción e injusticia. Los valientes cayeron y los que gozaron de suerte se vieron abandonados, como en un drama incontrolable, por ésta cuando más de ella necesitaban.
Y en esta representación, el más fuerte fue Greg Van Avermaet, un corredor que llegaba a Río tras un año de gozo espléndido que incluso le permitió vestirse de amarillo en el pasado Tour de Francia. Todo ello gracias a que a falta de 10 minutos Nibali y Henao tocaron asfalto y tiñeron de drama unas medallas que ya acariciaban. El italiano había sido hasta el momento el protagonista de la prueba y con un ataque junto a Fabio Aru se colocó cabeza de carrera a falta de tan solo 30 kilómetros. Su etiqueta de favorito no le pesaba, es más, ‘el tiburón’ se había preparado para llevarse colgada el metal de oro y hacer constancia de ello era una máxima inevitable.
Sin embargo, la desgracia cortó la cuerda cuando ya la tenía amarrada. Con una distancia inalcanzable para los perseguidores y con la obligatoriedad de tirar al máximo por parte de los tres escapados, la incógnita ya solo recaía en el color de la medalla. Se vistió entonces de juez el destino y firmó una de las mayores injusticias que se recuerdan. Vincenzo Nibali, que había bajado con miedo en la victoria de Izaguirre hace unas semanas en la ronda gala para llegar intacto a Rio, y Sergio Henao perdían el control de la bici e hincaban la rodilla en el asfalto para decir adiós al sueño olímpico. Por su parte, Majka, se quedaba en solitario tras la caída de sus dos compañeros de fuga pero no supo administrar su ventaja con los aventureros Fulgsang y Van Avermaet. Conocedores de lo acontecido no dudaron en sustituir a los dos dignificados y, tras alcanzar al polaco, lanzaron las pocas energías restantes en busca del oro. La resolución destacó a un Van Avermaet que se haría valer en un sprint donde no tuvo rival. Finalmente la prueba dejó, además del cóctel de emociones, a un Purito Rodríguez que se marcha de la competición profesional como el mejor español de la prueba y con el diploma olímpico. Un premio que no sabe a poco si se pone en valor el gran esfuerzo realizado.