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"Responded a la violencia con el poder del amor"

por Álvaro Abellán

Álvaro Abellán.- El Plan Galicia para los damnificados por el Prestige fue la noticia esperanzadora de la primera Semana del 2003. La aplicación de todo plan siempre es perfectible, pero aquel gesto fue un oasis de buenas nuevas entre tantas otras cosas que no debieron haber pasado.

Los deportes, llenos de profesionales y carentes de jugadores, nos dieron algunas alegrías. Otro adiós de Jordan -no por su marcha, sino por su sentido de lo que es el deporte-, la Liga para el Real Madrid -un equipo que juega para divertirse-, el Roland Garros de Ferrero y su posterior número uno, que supo conservar el tiempo suficiente para llegar a soñar. Otro número uno ha sido Fernando Alonso, primer piloto español ganador de una prueba de Fórmula Uno. Llegó Laporta al Barça para politizar también el fútbol y Armstrong, el americano universal -tan universal como el navarro Indurain- ganó su quinto Tour. España fue plata en el Eurobasket, Heras ganó la Vuelta a España y anticipó el dominio español en el mundial de ciclismo.

Los políticos del mundo -con la presencia, según recuerdan los ancianos, más destacada de España, a veces para bien y otras para mal- nos brindaron desgracias, pero también oportunidades para gritar a favor de la humanidad. Primero, el "No a la guerra"; después, la muerte de los periodistas españoles, tan absurda como las otras, pero más politizada; luego, con el fin de la guerra -que no el principio de la paz-, la incertidumbre. Llegó el pavo de Navidad falso, tan venenoso como las supuestas pruebas sobre armas químicas. Finalmente, la captura de Sadam Hussein. En él revivió esa capacidad del dictador derrotado -como Pinochet- de parecer más Papa Noel y viejo agradable que asesino a gran escala.

La notable gestión económica de Aznar, en contraste con la desaceleración mundial -no podrá decirse que aprovecha la corriente favorable- contrasta con la realidad de la vivienda o con algunos sectores laborales representados en la triunfadora de los Goya, Los lunes al sol. A pesar de los éxitos cinematográficos también fuera de España, con el segundo Oscar de Almodóvar, otros problemas le duelen a España -le duelen, señal de que sigue viva-, como la ineficacia de la ilegalización de Batasuna, la falta de unidad frente a propuestas anticonstitucionales como el Plan Ibarretxe -presentado el año en que la ley de leyes cumple 25- o los resultados electorales en Cataluña. Quizá ese dolor por España hizo que pese al "No a la guerra" y el "Nunca Mais" el PP fuera claro vencedor de las municipales y autonómicas del 25 de mayo, especialmente tras la repetición de los comicios en Madrid tras el escándalo político en la Comunidad. Entre embate y embate, Ana Botella se coló en política y Mariano Rajoy aparece como el sucesor evidente de Aznar: tanto revuelo para una sencilla respuesta a la que todos están ya acostumbrados. ¿Se acostumbrará España a la otra gran respuesta, la elección del Príncipe de Letizia Ortiz.

Pero las únicas palabras que merecen ser grabadas en oro en esta crónica del 2004, son aquellas que no pertenecen al año ni al siglo, que son eternas y fueron pronunciadas por un ancianito capaz de congregar a un millón de jóvenes en Cuatro Vientos. "Responded a la violencia ciega y al odio inhumano con el poder fascinante del amor. Venced la enemistad con la fuerza del perdón". Y, tras 25 años de pontificado, repitió sus primeras palabras: "No tengáis miedo". También en el 2003 Teresa de Calcuta es proclamada beata. El 2003, como cada año, deja, de principio a fin, algunos motivos para la esperanza.

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