En su álbum no falta su amigo
Ernesto Hemingway, apasionado de los toros
En las grandes tardes de toros, las figuras del toreo batallan por firmar en su gorrilla blanca. Acaba de encargar a un amigo de Zaragoza 25 o 30, “para los museos”. La primera se la trajo su hijo, que trabajó en Alemania y era técnico de automóviles. Se la puse un día en los toros y le sentó bien. Ya todo el mundo le conoce con ella puesta.