Selección Española
Del pasado no se vive
Por Rubén Gallardo3 min
Deportes19-11-2013
El viaje de España a la capital de Sudáfrica, Johannesburgo, fue otra experiencia que guardar en el archivo de momentos para recordar. Y precisamente a eso fueron los campeones del Mundo, a recordar sus vivencias en un entorno que le era tan familiar como cuando consiguieron levantar el máximo trofeo en este deporte. Se les olvidó que iban a jugar al fútbol, entre tanta foto y tanto recuerdo el presente se diluyó en la victoria merecida de la selección africana.
Quizás muchos de los españoles no sepan, o no sepamos mejor dicho, donde está situada geográficamente la capital sudafricana, es decir, Johannesburgo, pero si escuchamos algo de ella nos trae a la memoria unos recuerdos imborrables: el comienzo desastroso, el buen juego, el espectáculo, la emoción y sí, por qué no, también el gol de Andrés Iniesta. Y todo era tan bonito que cuando los españoles recobraron la noción de la realidad el marcador ya marcaba la primera media hora de juego. ¿Dónde estaba España? Se puede confirmar que había 11 jugadores vestidos de corto, con la equipación española pero su juego era tan distinto al de la Roja que costaba decir que era nuestra selección. No había brillantez, no había profundidad… ni motivación. Ni si quiera la alegría de los aficionados ni la alegría de los jugadores africanos en las salidas a la contra contagiaban a una España apática. Y la leona sí que tenía ganas de comer aunque la presa fuera de tal dimensión como el cuadro nacional. El caso es que la estrella que lucen los españoles se iba apagando con el paso de los minutos. Alguna ocasión había, somos los mejores del Mundo, pero llegaban de muy de vez en cuando y no traían el peligro que amansa a las fieras. En cambio, cada contra de los locales pilaba descolocada la defensa de los pupilos de Vicente del Bosque y cada acercamiento por lejano que fuese tenía aires de gol. Pero vaya recuerdos más bonitos, cómo vibró el país cuando en el minuto 116 la final del Mundial caía del lado de un equipo que tanto había sufrido, que siempre había dejado a millones de españoles con mal sabor de boca. La segunda parte aunque trajo cambios no dejó de ser una continuación de la primera mitad, las vuvuzelas seguían sonando. Bueno, en el campo también había fútbol, el balón corría, sí, y España lo controlaba, también, pero faltaba una marcha más en ese automóvil. Entonces los locales hartos de ver como España mareaba el balón, se disfrazaron de los españoles y se sacaron un tiqui-taca africano de la chistera para plantarse ante Víctor Valdés. Una preciosa jugada en la que Bernard Parker levantaba el balón por encima del guardameta catalán y que nadie podía evitar, pese a intentarlo, que se convirtiese en el merecido primer gol del partido. Su chistera es algo más modesta y sin tanto lujo y brillo, pero todos los magos saben trucos. Y así se veía España por detrás en el marcador en un partido que poquito más dio de sí. Salvo para los intereses del Barcelona que tanto dieron de sí en el partido que se rompieron en forma de gemelo de Valdés. El portero más en forma del momento veía como un amistoso entre selecciones y sin nada en juego, le costaba una lesión que va a dar que hablar. No solo por su importancia sino por lo que supone jugar al fútbol solamente para llenar las arcas de la federación. España se mostró inoperante, la Roja se diluyó para ser naranja y finalizar el partido de un oscuro gris casi negro. Mejor será no ensuciar el recuerdo anterior y olvidar este porque vaya, en ese lugar fuimos campeones del Mundo. Habrá que despertar, se acerca poco a poco Brasil 2014 con mucho brillo por sacar y con muchas averías que solucionar. De momento el trono seguirá dándonos asiento.