ANÁLISIS DE ESPAÑA
La España cutre de Cebrián
Por Alejandro Requeijo3 min
España12-12-2016
No hace falta ser un friki de Star Wars para ver en la portada nunca publicada de Jot Down sobre Cebrián la representación del villano oficial. Con su casco bajo el brazo y mirando desafiante a través de la ventana de un alto despacho que podría ser la misma Estrella de la Muerte si no se colase al fondo de la imagen un edificio en lugar del destructor imperial. No obstante, basta bucear un poco en el personaje de Darth Vader para advertir en la foto una intencionalidad alternativa. El malo de La Guerra de las Galaxias no era tan malo. Maleado por un emperador, resulta un ser sometido a no pocas contradicciones que al final de sus días expresa una gran humanidad al sacrificarse para destruir el Imperio (del monopolio, añadiría García). Desconocemos en qué momento vital se encuentra Cebrián, pero ahí está el desplome de las acciones de Prisa y la sentencia de Évole: la gente ya no luce orgullosa EL PAÍS debajo del brazo. Según le confesó al presentador de Salvados, él también convive cabalgando contradicciones, pero las depura en "el psiquiatra, el psicólogo" y antes con su "confesor". "No estoy aquí para discutirlas contigo", le espetó al periodista cuando empezaban a amontonarse las preguntas sobre su relación con la banca.
Antes, Cebrián se había comparado con Fidel Castro y Margareth Tatcher al proclamar que él dice lo que piensa en público y en privado. Supuso una contradicción por partida doble atendiendo a lo opuesto de los dos personajes escogidos y porque la pretendida comparación no se sostiene si luego no acepta confesar sus pecados ante la audiencia. No fue el único equilibrio que dejó el consejero delegado de Prisa, quien cargó contra la autocensura en las redacciones y luego admitió que el director de su periódico paró la portada antes referida. Por el camino llamó mediocre a Pedro Sánchez, pero luego admitió que los editoriales de su periódico podrían haberse ahorrado calificativos similares o incluso más suaves que ese. También dijo que la prensa forma parte del sistema, aunque él como periodista sabe que, más que integrarlo, debe vigilarlo.
Toda la entrevista tuvo un punto nostálgico, seguramente injusto. Rezumaba un tufillo a que cualquier tiempo pasado fue mejor, que abunda en el objetivo de matar a uno de los símbolos indiscutibles de lo que algunos denostan como el Régimen del 78 y que es, sobre todo, el periodo de mayor estabilidad y crecimiento económico y democrático que ha vivido España. Mientras Pablo Iglesias celebraba en Twitter el programa como quien comenta los goles de su equipo, Cebrián viajó hasta aquellos comienzos de periódico orgulloso bajo el brazo para negar la supuesta línea editorial de izquierdas. Lo hizo así: "queríamos hacer un periódico bueno. ¿Es un periódico de izquierdas? No creo que lo fuera ni lo es (...) los que son de izquierdas son los lectores. Un periódico tiene que contar las cosas". Es decir, se movió todo el tiempo entre el It's Only Rock 'N' Roll (But I Like It) de los Stones y el "es solo un truco" de Sorrentino en la Gran Belleza. El exalumno de El Pilar, hijo de una familia de “vencedores” de la guerra, lo remató tirando de superioridad moral cuando dijo que él es de izquierdas y que "la España culta era de izquierdas". Y que EL País estaba "en contra de la España profunda, la España cutre". Perfecta definición de esnobismo que evidencia el peor pecado de un periodista: creerse mejor que su lector.
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Alejandro Requeijo
Licenciado en Periodismo
Escribo en LaSemana.es desde 2003
Redactor de El Español
Especialista en Seguridad y Terrorismo
He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio