ANÁLISIS DE INTERNACIONAL
El honor es su divisa
Por Isaac Á. Calvo3 min
Internacional07-03-2016
Lo anecdótico muchas veces deja en evidencia algo que, realmente, es un trabajo constante y cotidiano. Uno de los últimos ejemplos afecta a la Guardia Civil, que ha sido protagonista porque fue alertada de que varios autobuses estaban atrapados en la nieve debido al temporal en Navarra.
Los agentes acudieron a prestar auxilio y cuando llegaron se encontraron con que entre los que necesitaban ayuda había un grupo de ex presos de la banda terrorista ETA. Sí, quienes hace años simulaban accidentes de tráfico, llamaban a la Benemérita y cuando acudían los guardias los acribillaban porque todo era una treta, ahora realmente los necesitaban.
Podría haberse aplicado el cuento de Pedro y el lobo... Pero no, ahí estaba la Guardia Civil para hacer de tripas corazón, demostrar su vocación de servicio y sacar del atolladero a los amigos de los que han asesinado a tantos compañeros.
Sería muy interesante analizar la reacción de los proetarras atrapados al observar cómo eran rescatados y atendidos por la Guardia Civil, aunque su odio es tan grande que posiblemente les dé igual, lo menosprecien y simplemente se hayan aprovechado de la situación.
No sería la primera vez que lo hacen, ya que llevan décadas disfrutando de los beneficios que concede el Estado (ese al que llaman "opresor") y se acogen a reducciones de condena. De este modo, terroristas con numerosos asesinatos a sus espaldas salen de prisión en muy poco tiempo, porque redimen años a cambio de hacer cursos, tener buena conducta y arrepentirse (eso dicen) de los crímenes perpetrados. Este hecho, aunque sea legal, vilipendia la memoria de los guardias civiles que dieron su vida por defender las libertades.
En otros países también democráticos y donde la Justicia no está en entredicho, alguien que mata con alevosía a 16 personas no sale de prisión en menos de 20 años, aunque durante su estancia en la cárcel estudie seis carreras, haga tres doctorados, se porte como un ángel y pida perdón de rodillas.
Es muy bueno que se conozcan actuaciones como la ocurrida en Navarra para que la opinión pública valore y reconozca la labor centenaria de la Guardia Civil. No es la primera vez que ocurre algo parecido: en 2004, en Sierra Nevada, dos agentes ayudaron y pasaron la noche a la intemperie con dos montañeros desorientados y heridos que tenían antecedentes por colaborar con ETA. En 1983, en la riada que asoló Bilbao y que dejó una treintena de muertos, guardias civiles estuvieron mano a mano sacando y ayudando a las personas que se habían quedado atrapadas por el agua. Eran los años más cruentos del terrorismo y la época en la que muchos vascos, ante los asesinatos, miraban para otro lado o decían "algo habrá hecho" la víctima.
A lo largo de su historia, la Guardia Civil ha demostrado su honor y su vocación de servicio en innumerables ocasiones. Lo hace en los pueblos más pequeños y en zonas rurales donde de otra manera la seguridad no llegaría, pero también está presente en misiones en el exterior para ayudar en conflictos y defender la seguridad de España también desde la distancia.
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Isaac Á. Calvo
Licenciado en Periodismo
Máster en Relaciones Internacionales y Comunicación
Editor del Grupo AGD