18 años de una falsa revolución y más de 110 días de lucha (desde abril hasta la actualidad) contra el peor legado del difunto presidente venezolano Hugo Chávez Frías, parece llegar a una semana clave, donde pareciera jugarse el hecho de caer o no en una dictadura de facto. Todo a manos de unos lobos que se vistieron de oveja y hablaban como el ¨pueblo¨, con el fin de abordar el poder y violar la institucionalidad en dicho país, a favor de sus propios intereses.
El escenario actual en Venezuela es la lucha de una mayoría de su sociedad versus unos ¨gorilas¨ con alta sed de poder, mucho miedo en el cuerpo y sin ningún pudor de usar las armas contra quienes deberían defender (los propios ciudadanos que se manifiestan) o entregar estas a manos de desadaptados sociales (colectivos y delincuentes) para intimidar a todo aquel quien ose alzar su voz contra el chavismo. El saldo del actual régimen no puede ser más rotundo y preocupante: más de 200 venezolanos muertos y más de 3.000 detenidos, a manos de los cuerpos de seguridad del actual remedo de dictador, Nicolás Maduro; así como violaciones diarias de los derechos humanos, por estos. Bajo esta brutal represión, el escenario de Estado Fallido cobra vigencia en un país que, pese a su riqueza humana y natural, es hoy la más pobre y violenta de América Latina.
Venezuela se cae a pedazos y esta semana parece que será clave porque se aprobaría una Asamblea Nacional Constituyente, cuya obligación es hacerle un traje a la medida a los ineptos y violentos en el poder, con el único fin de perpetuarse. Todo, de la mano de una variopinta corte de afectos y ¨facilitadores internacionales¨, que parecen haber salido de un circo del absurdo y que solo cumplen el rol de títeres, a cambio de migajas de pan o un buen monto de dinero, según sea el caso.
El problema venezolano debe ser resuelto por los venezolanos, pero el nivel de desastre llevado a cabo por el chavismo es de tal magnitud que sería necesario tender la mano desde fuera. La reciprocidad no es un criterio que pareciera existir a nivel político o institucional, pero sí debería existir a nivel ciudadano. Pensar que todo un país, con alma libertaria, que ha dado cuenta de más de 110 días de lucha ininterrumpida contra quienes juraron protegerles, no termine saliendo del hueco donde sus propios sueños le llevaron a una pesadilla que cuesta despertar, resultaría inapropiado. Hasta que ello llegue, el venezolano lucha contra el propio Estado, jugándose el presente y el futuro a cada hora. Una batalla que requiere del apoyo para romper los silencios y complicidades que siguen generando vacios en la visión que muchos tienen de lo que se está pasando en dicho país. Un escenario que, si miramos la historia de nuestros países, hemos vivido en alguna medida, aunque la ¨lejanía¨ de dicha experiencia pareciera hacer olvidar a muchos que la historia es cíclica y que la lucha del pueblo venezolano no solo es de ellos sino que también fue nuestra.
Por una Venezuela libre…
Elías Said
Doctor en Periodismo por la UCM
Profesor universitario y experto en Comunicación
Investigador, consultor y SMAC con más de 10 años de experiencia profesional