Se armó la marimorena por unas fotos de la duquesa de Cambrigde en topless. Un paparazzi pilló las instantáneas y las fotos, publicadas por la revista francesa Closer, comenzaron a circular por los medios de comunicación europeos. Enfrentarse con la familia real es sinónimo de perder y pronto los jueces prohibieron “ceder, difundir, por todos los medios, en cualquier soporte y de cualquier manera” esta imagen. Llegaron tarde. Actualmente publicar algo en una revista o en un medio on-line supone que llegue a millones de personas en tan sólo unos segundos, personas que guardarán la imagen en su ordenador y que, a su vez, podrán difundirla por redes sociales, por el móvil, por correo, colgarla en blogs o mandársela a un amigo que vive en China. ¿De qué sirve entonces? Para favorecer la difusión. Poco más.
Este hecho recuerda al acontecido hace unos años en España. La revista satírica El Jueves publicó en portada un dibujo obsceno de los Príncipes de Asturias relacionado con un anuncio del PSOE de regalar 2.500 euros por el nacimiento de cada hijo. Esta viñeta provocó que el fiscal general del Estado en ese momento, Cándido Conde-Pumpido y el juez de la Audiencia Nacional, Juan del Olmo, ordenaran el secuestro de la publicación. Miles de guardias se pasearon pueblo por pueblo, ciudad por ciudad y quiosco por quiosco para confiscar los ejemplares de este número. Una imagen que no dejaba de ser curiosa en pleno siglo XXI. Eliminar los ejemplares impresos aún sin vender será fácil, pero tratar de que esa imagen desaparezca es prácticamente imposible. Para comprobarlo, sólo hay que hacer una búsqueda en Google.
Gracias a esto, El Jueves, una publicación que difundía por aquel entonces 80.000 ejemplares, consiguió que su portada fuera vista por millones de personas del país y del extranjero en sólo unos días. Lo mismo le ha ocurrido a Closer. Ha conseguido publicidad gratis. Además, otras publicaciones han querido sacar rendimiento y se han sumado al efecto Kate. Así, el periódico The Guardian ha publicado, al estilo de El Jueves, una viñeta satírica en la que refleja a la familia real británica asomada a un balcón, desnudos de cintura para arriba. De la misma manera, dos revistas del corazón, una danesa y otra sueca, van a publicar esta semana las controvertidas fotografías que tanto interés tenía la Casa Real en retirar.
Efecto rebote. Curiosa forma de frenar la difusión. Una multa económica más fuerte quizá duela más y obligue a pensar las cosas antes de publicarlas y a discernir dónde queda el derecho a la libertad de expresión frente al derecho a la intimidad, al honor y a la propia imagen. Sentido común, dicen… Y esto es lo que a veces nos falta.