Alejandro Amenábar ha revolucionado la consideración del cine español. Poca gente pone en duda esta apreciación. El joven talento ha regalado tres joyas con nombre propio: Tesis, Abre los ojos y Los Otros. Películas que comparten el hilo umbilical del suspense como forma de entretenimiento y, más importante, como vertebrador de la narración cinematográfica.
A través de esas cintas, ha terminado por pulverizar el viejo prejuicio de asociar el cine español al destape. Un prejuicio donde se negaba la valía de los directores españoles para la factura de películas de suspense con calidad. Este libro acerca la figura de un incipiente genio-su inmenso talento precisa confirmación con dos o tres creaciones sublimes- con interés y sin divinizaciones de pastel. Oti Rodríguez Marchante, crítico de cine en ABC, firma el trabajo con gracia y elegante talento narrativo.
Marchante demuestra instinto para recoger las ideas más genuinas del creador español. Opiniones entremezcladas con la narración de una vida tan intensa como breve. Durante estas páginas, aparece un pequeño Alejandro sentado delante del televisor durante varias películas seguidas. Un niño introvertido, despierto y tremendamente imaginativo. A
través de ese carácter introvertido y soñador, se forjó el alma de un compositor único de historias temblorosas. En el libro queda concretada la fascinación de Amenábar hacía Hitchcock. Su querencia por el cine que combine entretenimiento y reflexión. El director rememora su paso por la facultad dela Complutense y sus desencuentros con algún profesor de la carrera de Comunicación Audiovisual. También aparece el chico cosmopolita enamorado de Madrid. Sus aficiones y sus aspiraciones. Una lectura, pues, con toda la pinta de registrar carácter obligatorio de aquí a una o dos décadas en más de una facultad de comunicación audiovisual. Una lectura, pues, entretenida y jugosa.