Más allá de lo que una biografía puede mostrar, quedan otro tipo de novelas en las que las historias de los personajes narran lo que ha sido el vivir de alguien. Este es el caso de La mujer del diplomático, la obra más personal de la escritora y periodista Isabel San Sebastián. En ella narra la historia de Lucia, una editora que sufre el fallecimiento de su padre y una dolorosa ruptura sentimental.
El pasado se abre hueco en esta novela y recobra un protagonismo especial, pues es el diario íntimo de su madre, María, a la que llevaba toda la vida buscando lo que hace que la vida cobre un nuevo sentido para Lucía.
La periodista Isabel San Sebastián más allá de ser una mujer mediática que ha pasado por las principales cadenas de radio, televisión y los principales periódicos (ha trabajado en ABC, El Mundo, Cadena Ser, Onda Cero, TVE, Antena 3, etc.) ya se adentró hacia 2007 en el ensayo, con sus novelas La visigoda, Astur (2008), Imperator (2010) y Un reino lejano calificadas genéricamente como novelas históricas. Sin embargo, La mujer del diplomático es una obra completamente distinta a todas las anteriores, mucho más cercana, ágil y personal. Una historia familiar envuelta en el contexto político de mediados de los 60.
1962, Estocolmo, un diario, la crisis de los misiles de Cuba… Así comienza el diario que abre esta apasionante historia. María se había adentrado en un nuevo viaje al marchar a Suecia junto a su marido diplomático, acompañada de sus dos hijas pequeñas y habiendo dejado a sus dos hijos varones en Madrid en un internado.
La mujer del diplomático va más allá de lo que es la vida de la mujer de un diplomático. A través de Lucía se experimenta el incondicional amor de una hija hacia a la madre que nunca conoció y gracias al diario que descubre comienza a desentrañar. María, una mujer indefensa ante la sociedad, amiga cómplice y esposa atormentada por los celos. Un escrito íntimo en el que su hija, Lucía, descubrirá los miedos, luchas, reflexiones, inquietudes y temores de la madre que nunca llegó a conocer, pero que ahora, en parte, en sus manos tiene.
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